Una generación de productores brasileños equipados con las herramientas del cine está impulsando una apertura inédita a la coproducción internacional, ahora también en televisión.
Dominado históricamente por unos pocos jugadores, con un mercado interno autosuficiente y una particular devoción por sus propios melodramas, la industria televisiva brasileña ha estado tradicionalmente cerrada a la comunidad internacional en términos de producción.
Sin embargo, una generación de productoras independientes está hoy rompiendo las reglas.
Tras una suerte de camino del héroe compartido, que implicó formarse haciendo publicidad, crecer haciendo cine y en su madurez encontrarse con el streaming y su alcance global, varias compañías productoras están hoy impulsando una inédita apertura a la colaboración fuera de sus fronteras.
Por casualidad u oportunidad, el movimiento llega en un contexto de industria local también desafiante: a la caída en el consumo de TV lineal y los niveles más bajos de inversión publicitaria se suma la reducción de commissions de originals por parte de los streamers.
Como resultado, las indies están sacando a relucir las skills del cine, un sector muy habituado a la coproducción internacional, para aprovechar la apertura del licencing de las plataformas.
“Quienes trabajamos con películas estamos acostumbrados al modelo actual de ventaneo, que implica asumir más riesgos, pero nos permite manejar nuestro IP. Y ahora estamos haciendo la transferencia de este conocimiento para las series”, explica Renata Brandão, CEO de Conspiração Filmes.
Conspiração es un buen ejemplo del fenómeno. La productora tiene unas 40 películas producidas y, tras dar el salto a las series premium en 2005 con el drama brasileño de HBO ‘Mandrake’, se ha hecho fuerte también en TV y hoy es una de las que más impulsa el camino hacia el mercado global. En su caso, esa apuesta incluyó la apertura en 2023 de oficinas en México para producir localmente, desde las cuales ya cerró un primer acuerdo: la coproducción de una versión mexicana del drama médico ‘Bajo presión’ junto a Zeta Studios.
“Pero encontrar proyectos que generen interés en múltiples mercados es un desafío: no todos los contenidos brasileños son atractivos para coproducir”, reconoce Brandão, cuya productora viene de producir tres temporadas del hit brasileño ‘Dom’ para Prime Video y prepara un documental sobre el astro del Real Madrid Vinícius Jr. para Netflix.
“No es fácil captar dinero en el mercado internacional para hacer una serie en portugués”, agrega. “Pero nosotros nos preguntamos: ¿por qué no producir en otros idiomas? Por eso estamos avanzando en iniciativas de cocreación con productores locales en otros países”.
Junto a Conspiração aparecen nombres como O2 Filmes, que viene de estrenar la continuación en formato serie del recordado film brasileño ‘Ciudad de Dios’ a través de Max, o Gullane, que acaba de estrenar el proyecto más ambicioso de la historia de Netflix en Brasil: la esperada ‘Senna’, sobre el fallecido e idolatrado piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna.
En el caso de Gullane, que ya cuenta con un largo recorrido en TV con series como ‘Alice’ (HBO, 2008), ‘Carceleros’ (Globoplay, 2017) o ‘El rey de la TV’ (Star+, 2023), su apertura internacional encuentra un gran apoyo en su experiencia en el cine.
“De las 60 películas independientes que hicimos, 25 fueron coproducciones internacionales. Desde ‘The Traitor’ de Marco Bellochio, que tiene que ver con Brasil pero es mayoritariamente italiana, hasta ‘Motel Destino’ de Karim Aïnouz, que es totalmente brasileña, pero integramos socios de Francia, Inglaterra y Alemania”, comenta Fabiano Gullane, socio de la productora.
Es que, gracias a los incentivos que otorga anualmente la Agencia Nacional de Cine (Ancine) a través del Fondo Sectorial Audiovisual (FSA), en los últimos 20 años se han producido en Brasil un total de 495 coproducciones internacionales con IP mayoritariamente brasileña. Y en la última década se ha registrado un promedio de 34 coproducciones internacionales por año.
Portugal, como era de esperar, es el país con el que Brasil más coproduce (96 títulos), pero otros socios habituales incluyen a Argentina (92), Francia (90), Uruguay (35) y Alemania (35).
El paso necesario, entonces, es trasladar esa experiencia al contenido televisivo.
“Antes, en los mercados y ferias, los ejecutivos brasileños eran cerrados: como tenían un mercado tan grande, no necesitaban ayuda. En la coyuntura actual, hay un interés nuevo de la TV brasileña en mirar hacia afuera”, comenta al respecto el veterano productor Dago García, VP de producción y contenido del broadcaster colombiano Caracol TV.
El ejecutivo ha estado viajando recientemente de manera frecuente a Brasil en busca de nuevos socios y la compañía incluso ha nombrado al ex Globo Márcio Guilherme da Silva como VP de nuevos negocios de su unidad de producción, Caracol Estudios, justamente para captar historias brasileñas que puedan internacionalizarse.
Glaz Entretenimento también se suma a la lista de productoras brasileñas ávidas por trabajar con el mercado internacional. En su caso, esta estrategia se materializó con la apertura de sus primeras oficinas en Portugal.
Pero según su CEO y directora creativa Mayra Lucas, la verdadera razón detrás de este renovado interés brasileño por el mercado internacional está en la crisis local.
“Veníamos con un modelo basado en los incentivos de Ancine que pensábamos que nunca terminaría. Pero nos dimos cuenta de que no era así, primero con la pandemia y luego con el gobierno de Jair Bolsonaro”, explica la productora que actualmente tiene en marcha la película ‘Papagaios’ y la secuela del exitoso film de Netflix ‘Cabras da Peste’.
Y aunque durante un tiempo el boom del streaming compensó buena parte de esos problemas, el estallido de la burbuja de originals ha vuelto a obligar a las productoras a buscar socios fuera.
“Las productoras brasileñas se vieron obligadas a buscar otros medios de financiamiento. Algunas se fiaron mucho de las plataformas y ahora están en crisis”, agrega Luiz Francisco Vasco de Toledo, hasta septiembre director of investments and strategic partnerships de Spcine, entidad dedicada al fomento del audiovisual de São Paulo.
“Otras aprovecharon para diversificar sus modelos de negocio y hoy están produciendo en el mundo entero. Creo que el crecimiento de la producción brasileña está necesariamente vinculado al crecimiento del mercado internacional”.
Esta realidad no es nueva para algunas productoras. En el caso de Grifa Filmes, asociarse y colaborar dentro y fuera de fronteras forma parte de su ADN.
“Estamos tratando de funcionar como catalizadores de un mercado que está mostrando intenciones de abrirse, pero aún está muy tímido. Nuestra productora está muy acostumbrada a poner en práctica modelos híbridos, pero las demás no tanto”, dice Kiko Ribeiro, director ejecutivo de Grifa Filmes, productora con 30 años en el mercado y una filial canadiense, B2Win Films.
Ribeiro pone como ejemplo el documental ‘The Factory’s Basement’, coproducido con la alemana Gebrueder Beetz Filmproduktion. “Es una producción de € 800.000 donde ambos entramos con la mitad del dinero. Nuestro socio coproductor negoció a ARTE de Francia y ZDF y WDR en Alemania, y Grifa sumó a TV Cultura en Brasil. Nosotros nos quedamos con Latinoamérica y Brasil, ellos con Alemania y Francia, y el resto lo dividimos según la proporción de la inversión. Además, mantenemos una ventana abierta para el streaming”.
Especializada en contenido unscripted, Grifa es una de las impulsoras del LatAm Content Meeting (inicialmente anunciado como LatAm Content Market), mercado que tendrá su primera edición en marzo de 2025 y que surge de la alianza con el evento francés especializado en documentales Sunny Side of the Doc.
El documental es justamente uno de los géneros más producidos en Brasil, lo que lo coinvierte en una buena oportunidad para los productores extranjeros interesados en trabajar con el gigante sudamericano.
Según un relevamiento de Ancine, de las más de 50.000 producciones inscriptas en Brasil en las últimas dos décadas, el 26% fueron documentales. El 23% corresponden a ficción y un 6% a proyectos de animación.
En el apartado de ficción, Brasil tiene una tradición local de producción de telenovelas en televisión y comedias en cine. Y ambas siguen vigentes en tiempos de aversión al riesgo.
Pero también es cierto que se vienen probando nuevos géneros en el país, en particular las biopics sobre personalidades conocidas, tal como la mencionada ‘Senna’ o títulos como ‘Bituca’ (Gullane para Globoplay) sobre el músico Milton Nascimento, ‘Se eu fosse Luíza Sonza’ (Conspiração para Netflix) sobre la cantante Luíza Sonza o ‘Nosso sonho’ (Urca Filmes) sobre los cantantes Claudinho y Bochecha.
Siempre se dijo que es difícil hacer negocios en Brasil, que la lengua es una barrera y que las reglas del juego internas son algo ajenas para los extranjeros. Como buen país latinoamericano, tiene además altas dosis de burocracia y obliga a lidiar con sistemas tributarios tal vez demasiado rígidos.
Pero, a juzgar por el momento, pocas veces se ha visto un mercado brasileño tan interesado a tender puentes internacionales como estrategia hacia el futuro.