¿Qué puede aprender Iberoamérica de las alianzas formales de coproducción europeas?

Pina Mezzera 02-06-2025 ©cveintiuno

En Europa existen varias alianzas formales que permiten a los broadcasters encargar contenidos en conjunto y ganar así competitividad, y a los productores, devolver la posibilidad de pensar en grande. ¿Puede Iberoamérica tomar nota?

‘Kabul’, la primera copro de la European Alliance, tuvo un presupuesto de € 20 millones

Alianza es una de esas palabras que ya intento evitar al escribir. Se ha metido en la bolsa de términos trillados donde también viven las sinergias, el mejor talento y el contenido es el rey. Pero es paradójico: no se ha desgastado por exceso de uso. A nuestra región le gusta hablar de alianzas mucho más que ponerlas en práctica.

Nadie puede negar que la industria televisiva está desafiada. Hay miedo, hay incertidumbre y hay discursos apocalípticos que generan una ansiedad generalizada en nuestro sector, cuya capacidad de respuesta para llegar a las audiencias sigue demostrando ser mucho más lenta que la de los espectadores por encontrar otros lugares donde entretenerse.

Y en América Latina, el reto es particularmente grave para la TV abierta, que en la última década ha recorrido una espiral descendente de menos inversión publicitaria, menos presupuestos, menos producción, menos audiencia.

Ahorrémonos los motivos, los síntomas y los culpables: ¿hay soluciones?

La sensación en Latinoamérica, salvo excepciones, es que los canales están batallando esta lucha en solitario. Con cajas de herramientas compradas en la misma tienda y manuales salidos de la misma fotocopiadora.

Mientras tanto, en Europa se han dado movimientos que pueden servir de inspiración: para desacelerar su caída y recuperar competitividad, los broadcasters del viejo continente han encontrado una respuesta, justamente, en las alianzas formales.

Una de ellas es la European Alliance, integrada por la TV pública italiana Rai, la francesa France Télévisions y la alemana ZDF. La crearon para coproducir series de ficción ambiciosas que en el mercado local no producen. Y, sobre todo, que solas no podrían financiar. De ahí ya han salido el drama político ‘Kabul’ y el thriller ‘The Kollective’, y está en desarrollo la serie de aventuras ‘The Emperor’s Stone’, con un foco más mainstream y familiar que las anteriores.

New8 está formada por los pubcasters ZDF, NPO, VRT, DR, YLE, SVT, NRK y RÚV

También se han puesto de acuerdo varias televisiones públicas en New8, que integran ZDF, NPO (Países Bajos), VRT (Bélgica), DR (Dinamarca), YLE (Finlandia), SVT (Suecia), NRK (Noruega) y RÚV (Islandia). El light crime ‘This is Not a Murder Mystery’, con personajes del surrealismo como Magritte y Dalí, es su primera coproducción.

Y luego están los nórdicos, que merecen mención aparte.

Por un lado existe Nordic 12, grupo de los pubcasters DR, YLE, SVT, NRK y RÚV. Y luego las cadenas comerciales TV4 Play de Suecia, TV2 de Dinamarca y TV2 de Noruega se organizaron bajo la marca Scandi Alliance, desde la que buscan impulsar historias con “un ADN cultural escandinavo compartido”.

Sin esas colaboraciones, y las que sumaron de países como Alemania, no hubiese existido el nordic noir. Y qué sería de nosotros sin la detective Saga Norén. Según Marianne Furevold-Boland, head de ficción de NRK, la colaboración es un “superpoder” que permite a los canales “evolucionar y sobrevivir en un ecosistema que cambia muy rápido”.

Curro Royo

Podríamos ahora enumerar todos los factores que permiten a las cadenas de Europa asociarse así y que en Latam son inviables. También podríamos cuestionar por qué RTVE o las privadas españolas no forman parte de ninguna de estas alianzas. Pero quizá lo más útil sea preguntarse: ¿qué bases y lógicas hay detrás de estos acuerdos que sí pueden aplicarse en nuestra región?

Primero, son una respuesta concreta a los streamers para competirles con producciones de alto nivel. Son también alianzas financieras que permiten disminuir presupuesto y riesgo. Son colaboraciones creativas y de talento. Dan a cada canal exclusividad en su territorio. Y, en los casos de las televisiones públicas (algo en lo que TVN de Chile juega bastante sola en Latam), permiten también cumplir con su vocación de servicio público, al ofrecer historias con perspectivas diversas, que abren debate y crean comunidad.

Pero los acuerdos no se limitan a los canales.

Otro grupo clave es el European Writers Club (EWC), apoyado por la Unión Europea (UE) bajo su iniciativa Writing European. El programa busca facilitar la colaboración entre creadores, guionistas, canales y productores de series de TV europeas para “impulsar la creatividad y la originalidad al contar historias importantes e impactantes” que lleguen a una “audiencia amplia y que trascienda las fronteras”.

¿Y si Iberoamérica propusiera algo similar? Spoiler: ya lo está haciendo.

Aún en etapa embrionaria, actualmente hay en marcha una ambiciosa iniciativa que se inspira en este modelo y que ya cuenta con el compromiso de players de España y de casi una decena de países latinoamericanos.

Según explican fuentes internas a Cveintiuno, el proyecto tiene como objetivo fomentar la cooperación en la creación de ficción en idioma español, y comprende varias etapas. El primer paso tomará gran parte de 2025 y consistirá en una puesta en común de las realidades de los distintos países, para entender cómo está estructurado cada mercado, qué desafíos afrontan, qué tienen en común. Por qué ‘Café con aroma de mujer’ funcionó tan bien en España y ‘La promesa’ en Latam. Luego vendrán las acciones.

‘Los mil días de Allende’, producida por la chilena Parox, involucró a TVN de Chile y RTVE de España

Así, mientras que muchos productores españoles reconocen que a pesar del idioma compartido les resulta más difícil entenderse con socios latinoamericanos que europeos, tal vez la escritura -y no los modelos de negocio- pueda ser la puerta de entrada para que los proyectos de coproducción iberoamericana salgan adelante.

“Mi experiencia trabajando en proyectos con compañeros europeos es que acabamos hablando en inglés, y eso es un obstáculo a todos los niveles, porque no es el lenguaje nativo de ninguno”, opina Curro Royo, guionista español que ha trabajado mucho en y con México, en series como ‘Hernán’ o la reciente ‘Como agua para chocolate’.

Javier Goldschmied

“La clave es intentar reproducir en Latinoamérica los mecanismos y hábitos de coproducción que ya tenemos engranados en Europa”, continúa. “Porque estoy convencido de que tenemos muchas historias que podamos contar. Y de que nos sobra creatividad y sensibilidad. Podríamos ser la gran factoría de historias para el mundo entero. Estamos en el camino y el día que eso explote, no va a tener fin”.

Pero la oportunidad no se reduce a la ficción.

“En América Latina estamos más atrasados en la fórmula de la coproducción y los incentivos para poder generar modelos como los de Europa”, dice Javier Goldschmied, director de programación de la chilena TVN, una de las pocas televisiones de la región que se ha embarcado en copros internacionales, con series históricas como ‘Inés del alma mía’, ‘Los mil días de Allende’ o la próxima miniserie española ‘El último vuelo del cóndor’, sobre la detención de Pinochet en Londres, y cuyo proyecto fue seleccionado por el EWC.

“Pero sí creemos que, ahora más que nunca, muchas de las posibilidades de negocios tienen que ser colaborativas, y no necesariamente en ficción, también en formatos de entretenimiento”, añade.

Es en el terreno de los formatos unscripted, de hecho, donde los canales de TV abierta de América Latina vienen dando mayores muestras de colaboración en la producción conjunta de formatos, con casos como el de Latina de Perú y Canal 13 de Chile, Canal 4 de Uruguay y Teleamazonas de Ecuador o el propio TVN y Record de Brasil, por nombrar algunos recientes.

El formato ‘Ganar o servir’ es uno de los frutos de la alianza entre Cooking Media, Canal 13 de Chile y Latina de Perú

Pero hay iniciativas más grandes en camino. En enero, en el marco de Content Americas, la operadora de TV paga y streaming Directv Latinoamérica y el estudio de producción Non Stop anunciaron que, como parte de una alianza estratégica más amplia, impulsarían “modelos de negocio que integren a los canales de TV abierta de la región”.

Según explica a Cveintiuno el presidente de Non Stop, Patricio Rabuffetti, la idea es juntar a varios broadcasters con Directv como “socio contenedor” para producir grandes formatos en hubs, en un modelo de negocio que prioriza la eficiencia de producción y que incluye en el mix incentivos fiscales y sponsors panregionales.

Patricio Rabuffetti

“No se puede vivir asustados porque los chicos están en YouTube, en TikTok o en Roblox. Si la audiencia de la TV abierta está envejeciendo y está migrando, hay que reaccionar. Hay que sorprender con producciones grandes, espectaculares, que traigan a la tele a gente de las redes sociales. Y para los canales hacer eso solos es cada vez más difícil, porque por la dispersión de audiencias tienen presupuestos más limitados”, razona Rabuffetti.

El plan está encaminado, con un primer grupo de importantes canales ya confirmados y conversaciones avanzadas con varios más.

¿Solucionan estas iniciativas todos los problemas de la TV abierta? No. Pero sí algunos. Y demuestran, sobre todo, una voluntad de mover fichas para cambiar las cosas.

Es cierto que detrás de las iniciativas de Europa subyace la visión más amplia de la UE de unir a sus países y fomentar un sentido de conexión, de territorio compartido, de comunidad.

América Latina y España tienen una cuenta pendiente en ese sentido, y tal vez, como tantas otras veces en la historia, la cultura pueda ser la llave.

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