
LA SCREENINGS: Tras una reacción inicial de alarma frente a los dichos de Donald Trump, el CEO de ACF Investment Bank Thomas Day cree ahora que el ruido generado puede traer consigo algunas oportunidades para la industria.
Con décadas de experiencia en los vaivenes del mercado del negocio audiovisual, Thomas Dey ha asesorado en decenas de transacciones para productoras de todo el mundo.
La más reciente fue la venta de See-Saw Films (‘Slow Horses’, ‘El discurso del rey’) al grupo francés Mediawan.
Pero ni siquiera él pudo evitar el susto cuando el expresidente estadounidense Donald Trump anunció el 4 de mayo que su administración impondría un arancel del 100% a “todas las películas que entren a nuestro país y hayan sido producidas en tierras extranjeras”.
“Me desperté y pensé: ‘Dios mío, ¿cómo se supone que debemos manejar esto?’”, confesó Dey.
Sin embargo, tras unos días de análisis, el banquero británico radicado en Los Ángeles optó por un enfoque más frío: “Pensé en las implicancias prácticas, en cómo se mediría, cómo se aplicaría. Y me di cuenta de que era una declaración de intención, no una medida real”.
La amenaza arancelaria es, sin dudas, uno de los temas centrales durante los screenings de los estudios en Los Ángeles, ciudad que aún no se recupera de las huelgas, el fin del Peak TV y los recientes incendios.
Por eso, Dey busca bajar la ansiedad con una lectura más optimista: “Creo que estas declaraciones pueden sacudir al mercado”, dice. “Hemos visto que este presidente actúa primero. Y después, cuando ya tiene la atención, ajusta su posición”.

El pasado 4 de mayo, día que Trump bautizó como “Día de la liberación”, miles de millones de dólares en cotización fueron borrados tras las caídas generalizadas en los principales actores de la industria que, hasta ese momento, parecía a salvo de la guerra comercial de Trump.
Pero la rápida recuperación de las acciones de gigantes como Netflix, Disney, Warner Bros. Discovery y Paramount Global, es según Dey una señal de que el resultado final podría ser menos catastrófico de lo que se temía.
“Aplicar lo que se describió como un ‘arancel’ es poco viable en la práctica. Creo que será reformulado como algún tipo de incentivo para atraer producción a Estados Unidos en lugar de excluir contenido extranjero”, sostiene el ejecutivo, que advierte no obstante que este clima de inestabilidad no es bueno para los negocios.
“Una de las críticas es que la velocidad y cantidad de ideas y acciones generan inseguridad. Y los negocios necesitan seguridad y claridad”, admite. “Pero también creo que los beneficios que puedan surgir serán mayores que la inestabilidad del proceso”.
Entre esos beneficios, Dey apunta a revertir el fenómeno de las “runaway productions”, especialmente en Los Ángeles.
El ejecutivo recuerda cómo en su antigua casa en Cheviot Hills, cerca de los estudios Fox, las calles se cerraban cada semana por un rodaje. Y eso ya no ocurre.
Efectivamente, según datos de FilmLA, en 2024 la ocupación promedio de los estudios fue de apenas el 63%, frente al 90% entre 2016 y 2022 y del 69% del 2023, año marcado por las huelgas.
“Los Ángeles era el corazón de la producción, pero se volvió muy caro. Mientras tanto, el resto del mundo llenó ese vacío”, dice Dey. “Vas a Abu Dhabi y lo primero que hacen es sentarte con el responsable de incentivos fiscales para explicarte todas las opciones. ¿No sería espectacular tener algo así aquí?”
Para las productoras estadounidenses, que ACF conoce bien tras participar en ventas como la de Pilgrim Studios a Lionsgate o la de Left/Right Productions a Seven.One Studios International, traer la producción de vuelta puede ser una gran noticia.
“Mover rodajes a Bulgaria o Medio Oriente implica muchos desafíos. Tienes que trasladar equipos, manejarlo a distancia, adaptarte a otras reglas. ¿Y si pudieras hacerlo todo de nuevo en casa, en tus estudios, a un costo competitivo? Eso traería muchísimos beneficios”.
En cuanto al rol de los fondos privados, Dey no ve que su interés por el sector vaya a disminuir.
“Vamos a seguir viendo mucha actividad”, asegura, aunque advierte que su lógica es diferente: “Los compradores estratégicos quieren hacer buenos shows. Los fondos quieren buenos márgenes. Es un arma de doble filo y hay que manejarlo con cuidado. Pero el interés va a seguir creciendo. Cuando entran cuatro o cinco jugadores grandes, los demás no tardan en seguirlos”, dice Dey, que recuerda que hace una década los fondos de inversión representaban solo el 10% de los compradores en las operaciones en las que participaba ACF.
Hoy, ese número ronda el 30 o 40%. “Y la mayoría son estadounidenses. Blackstone, BlackRock, Apollo… todos están entrando fuerte a este negocio”.