Desde la fabricación de 22 réplicas de coches a escala, la creación de nuevas técnicas de virtual production y la recreación desde Argentina y Uruguay de los principales circuitos del mundo, ‘Senna’ ha supuesto un antes y un después a nivel de VFX en Latam. Marcelo Siqueira, CEO de Mistika y supervisor de VFX de la serie de Netflix, detalla los principales desafíos.
Cuatro años después de haber sido anunciada, Netflix estrenó al fin este viernes la esperadísima serie original brasileña ‘Senna’, sobre la vida del icónico piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna.
Y es difícil describir la importancia que el proyecto tiene para toda la industria brasileña, que espera vivir un antes y un después en cuanto a su alcance internacional.
Es que con un personaje universal, un mito de superación, lucha y tragedia y ambientada en múltiples territorios e idiomas, ‘Senna’ es quizás el proyecto más internacional que ha emergido de Brasil desde ‘Ciudad de Dios’ a comienzos de este siglo.
Y desde su casa productora Gullane y su pantalla original Netflix no se han guardado nada para estar a la altura de las expectativas.
Anunciada como la serie más cara y ambiciosa de la historia de Brasil, el proyecto demandó cuatro años de trabajo, 325 jornadas de filmación y 980 horas rodadas.
Movilizó además a un equipo de 2.206 personas para su rodaje y hasta 3.374 personas al sumar la postproducción, que implicó 2.000 tomas de VFX para apenas seis episodios.
Los efectos especiales, justamente, fueron uno de los principales desafíos de la serie, que debió recrear decenas de carreras entre 1984 y 1994 en los principales circuitos del mundo y con coches y escenarios que cambiaban y evolucionaban año a año.
“Encargamos a una compañía llamada Crespi F1 Concept, en Argentina, 22 réplicas de coches de Fórmula 1: el de Senna de cada año y el de su principal rival. El resto de los coches los recreamos con VFX”, recuerda Marcelo Siqueira, CEO de la compañía de postproducción brasileña Mistika.
Siqueira se involucró casi en los comienzos de la producción de la serie como supervisor de VFX, cargo desde el que coordinó trabajos con múltiples compañías de efectos especiales como las brasileñas Quanta, Miagui y Picma y las internacionales Scanline, NetFX, Radiance FX, iLine y Rotomaker, entre otras.
Mistika, la compañía que Siqueira fundó en 2011 y que se ha posicionado como una de las más importantes del territorio con trabajos para Netflix, Amazon, HBO, Record o algunas de las películas más taquilleras a nivel nacional, quedó intencionadamente afuera para evitar conflictos de intereses.
“La mitad de las pruebas hechas con full CGI fueron al final hechas en Brasil”, destaca Siqueira, quien concluyó tras la producción de la serie que las compañías brasileñas de efectos especiales ya trabajan con estándares completamente internacionales, pero a un 35-40% menos de costos.
El trabajo de planificación, rodaje y efectos de las carreras, sin embargo, terminó reconvirtiendo el rol de Siqueira en director de la segunda unidad de la serie, centrada en las escenas de “performance”, rodadas casi en su totalidad en Argentina, Uruguay y un set de producción virtual en Brasil.
“Utilizamos el Autódromo de Buenos Aires como base principal, sobre todo para recrear los boxes de todos los circuitos, ya que a diferencia de por ejemplo Interlagos en San Pablo, Buenos Aires sigue siendo muy similar a como eran en aquella época”, explica.
“También utilizamos la pista de Buenos Aires para rodar las carreras, que también fueron filmadas en los circuitos argentinos de Balcarce, Owners Club y el Autódromo San Cayetano que tenía un trazado que nos servía, además de en El Pinar en Uruguay, donde recreamos la curva de Tamburello, donde Senna murió”, agrega.
Todos los autódromos, así como todos los autos, fueron además escaneados en 3D para ser utilizados en un set de producción virtual en Brasil, donde fueron trasladadas 15 de las réplicas.
“Hicimos también un camera car específico para el proyecto, porque no era posible utilizar un camera car normal que se moviera a los 150 kilómetros por hora que necesitábamos. Los normales, al entrar en las curvas, no soportaban la presión”, recuerda.
Y esa no fue la única innovación de la serie, que al trasladar el rodaje al set virtual se enfrentó al desafío de cómo hacer vibrar los coches para simular la alta velocidad.
“Tuve que buscar a una especie de inventor loco en Brasil con el que diseñamos una plataforma donde se ponía el coche y, con un sistema de contrapesos, se lograba que bajara su peso de 600 kilos a 150 kilos”.
“Luego, con una empresa de pistones para simuladores inventamos un sistema para que los asientos temblaran, y finalmente con un programador logramos que esos movimientos se pudieran controlar desde un joystick que no solo hacía vibrar el coche, sino que toda la acción que se veía en el fondo acompañaba los movimientos desde Unreal Engine. Yo podía controlar desde el coche a la animación y todo quedaba en sync”, explica.
El principal aprendizaje para Siqueira, sin embargo, fue el lograr trabajar a una escala nunca antes vista en Brasil, una lección que en su opinión quedará y modificará la manera de trabajar en el país.
“Ese es el punto más importante que veo. En este show nada podía salir mal, porque teníamos que estrenar este año sí o sí por el aniversario de su muerte. Entonces todo se planificó al detalle y se tomaron múltiples medidas para minimizar los riesgos. Creo que esta es una forma de pensar que quedará en Brasil”, concluye Siqueira, que desde Mistika busca ahora capitalizar estas lecciones para toda la industria de los efectos en Brasil.
“Yo hoy veo a Mistika también como un representante de efectos de postproducción, porque nosotros no podemos hacer todo solos y entendemos quiénes son los mejores para cada cosa en nuestro territorio. Lo importante es garantizar a clientes de todo el mundo que van a contar con el mejor talento, que todo está bajo control y que todos los plazos se van a respetar con la calidad y los estándares del resto del mundo”, completa.