Ninguna producción audiovisual internacional define hoy el lugar donde llevará a cabo sus rodajes sin explorar los incentivos locales. Mientras que el gobierno de Brasil planea una inyección millonaria para estimular su audiovisual, los productores locales reclaman cambios más acelerados para atraer a players internacionales.
Unos 200 gobiernos a nivel mundial entre nacionales y locales compiten actualmente por atraer producciones, rodajes y socios a sus territorios a través de incentivos fiscales, cash rebates e inversiones directas o indirectas.
Y Brasil, un país de 215 millones de habitantes y con uno de los mercados audiovisuales más atractivos del mundo, no es uno de ellos. Al menos, no a través de estas políticas tan ampliamente extendidas.
Es que pese a haber destinado millones de dólares al sector este año y preparar más inyecciones en los siguientes, el gobierno brasileño sigue sin implementar políticas nacionales de atracción de rodajes.
Sí ofrece, en cambio, apoyos directos e indirectos para fortalecer al sector.
El directo proviene de fondos otorgados por la Agencia Nacional de Cine (Ancine) y el Fondo Sectorial Audiovisual (FSA), ambos generosos pero, según se quejan muchos productores, más orientados a largometrajes con estreno en cines.
Y el indirecto de incentivos fiscales previstos en instrumentos como la Ley Rouanet o la Ley del Audiovisual, que permiten a compañías extranjeras que operan en Brasil la reinversión de tributos (como el Impuesto a la Renta o el Impuesto a las Remesas de dinero enviado al exterior) en coproducciones con compañías locales.
La condición, sin embargo, es que se trate de obras mayoritariamente brasileñas. Y eso puede ser un problema.
“En Brasil las productoras estamos trabajando fundamentalmente con dos modelos: o hacemos originales con las plataformas y entregamos nuestro IP, o lo hacemos con recursos públicos incentivados como el Fondo Sectorial Audiovisual (FSA), donde somos socios con la empresa extranjera pero, por ley, el 51% debe ser propiedad de una productora brasileña”, explica João Daniel Tikhomiroff, CEO de la productora brasileña Mixer Films, responsable de series como ‘O Negócio’ para HBO o realities como ‘Ilhados com a Sogra’ para Netflix.
Efectivamente, dado que estas herramientas de incentivo público fueron pensadas para impulsar la producción nacional, siempre deben incluir socios brasileños independientes en el proyecto.
“Es bastante profesional. Ancine publica una clasificación por categorías de productoras vinculada a su tamaño y número de proyectos que les permite acceder a determinados créditos o financiación. Casi todos los proyectos que acceden a ese dinero deben terminar con un IP brasileño”, explica el argentino Diego Guebel, actual presidente de la productora internacional Boxfish y exdirector de Programación del broadcaster brasileño Band.
Pero matiza: “Aunque no me parece mal, sería más estimulante si hubiera opciones compartidas, ya que estos mecanismos no permiten, por ejemplo, conversar con originales de streamers”.
Brasil, no obstante, sí viene dando pasos para mejorar su oferta de cara al mercado internacional.
Tras la política de estancamiento del sector propuesta por el gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022) que congeló los fondos de inversión directa, estos instrumentos han vuelto con mucha fuerza.
En agosto, el Ministerio de Cultura y Ancine anunciaron llamados públicos para el segundo semestre de 2024 que otorgarán R$ 800 millones (US$ 142 millones) al sector, que se suman a varios fondos previamente anunciados que se venían acumulando de ejercicios anteriores y aún no se habían podido ejecutar.
En total, se espera este año una inyección de US$ 1.000 millones.
Por otra parte, desde 2019 algunos estados y ciudades de Brasil han comenzado a incursionar en incentivos mediante cash rebates, con Spcine en San Pablo y RioFilme en Río de Janeiro como los dos más atractivos.
“En 2019 lanzamos nuestro cash rebate, el primer programa de incentivos para producciones internacionales de Brasil. Está orientado a grandes producciones para hacer que sea atractivo filmar en Brasil. En nuestro caso específicamente en San Pablo”, comenta Luiz Francisco Vasco de Toledo, director de Inversiones y Alianzas Estratégicas de Spcine, empresa pública dedicada al desarrollo del sector.
La línea internacional del cash rebate de Spcine está dedicada a películas y programas de TV (ficción, no ficción, XR o animación) de habla no portuguesa y ofrece entre 20 y 30% de rebate, con un techo (CAP) de US$ 3 millones, mientras que se brindan beneficios extra a proyectos que integren temas de diversidad.
Actualmente en su tercera edición, el programa está orientado a producciones en el entorno de los US$ 10 millones de presupuesto, exige una inversión mínima de US$ 2 millones en el territorio y se encuentra vigente mientras haya fondos disponibles.
Los fondos provienen del municipio de San Pablo y del Estado de San Pablo, aportando la mitad cada uno. En la edición anterior, lanzada en diciembre 2022, el valor otorgado ascendió a US$ 7,7 millones y benefició a cuatro proyectos, que invirtieron US$ 12,7 millones en San Pablo, generando 4.200 empleos directos y 16.300 indirectos.
Y algunos resultados ya están a la vista. Dos de los proyectos recientes apoyados por Spcine estuvieron en el Festival de Cannes este año: la coproducción Brasil-Holanda ‘Baby’, de Marcelo Caetano, por la cual el actor Ricardo Teodoro ganó el premio Rising Star de la Semaine de la Critique; y ‘Amarela’, de André Hayato, en la competición de cortometrajes.
En el caso de RioFilme, agencia gubernamental de incentivo audiovisual de Río de Janeiro, el cash rebate es más reciente (comenzó en 2022) e incipiente: en su tercer año de aplicación lleva seis proyectos internacionales beneficiados y ofrece una devolución del 30% del presupuesto invertido (pudiendo llegar a 35% en obras que tengan a Río de Janeiro como locación principal), con un CAP de R$ 2 millones (US$ 360.000).
“La línea principal del cash rebate está orientada al mercado internacional, que aún necesita acostumbrarse y reconocer la constancia y la permanencia del mecanismo para que logremos estar entre los destinos más buscados”, dice el coordinador de la Rio Film Commission, Daniel Celli.
“Nuestro cash rebate es muy ágil”, agrega Maurício Hirata, director de Inversiones de RioFilme. “Aunque la productora tenga la obligación de comprobar su propia inversión, el aporte de RioFilme se le anticipa a su cuenta al momento de la firma del contrato, por lo cual no tiene riesgo. Desde la presentación del proyecto hasta la firma del contrato, estimamos que de dos a tres meses ya tienes el dinero en tu cuenta”.
Algunas coproducciones internacionales que se han apoyado en estos incentivos incluyen la alianza de la productora local Boutique Films con Spiral International, productora y distribuidora encabezada por Zasha Robles en Estados Unidos. Primero, a través de su thriller policial ‘Negociador’, estrenado en julio de 2023 por Prime Video, y luego con el thriller médico ‘Sutura’, que se estrenará próximamente también en la plataforma de Amazon.
“Los mecanismos de financiación brasileños más modernos son los de Spcine y RioFilme, pero otros como el FSA aún deben modernizarse, porque aún estamos muy presos a la exigencia de tener que lanzar películas en salas de cine. Sería muy bueno que Brasil expandiera sus acuerdos para incluir también las series y otros formatos”, opina Thiago Mello, socio de Boutique Filmes.
Luiz Francisco Vasco de Toledo de Spcine agrega que también es necesario un incentivo nacional porque es inviable que el gobierno de un estado pueda costear los incentivos para mega producciones. “Eso lo tiene que hacer el gobierno federal”, argumenta.
Pero ¿por qué el tema de los incentivos en Brasil ha sido abordado hace tan poco tiempo? ¿Por qué es tan distinto del caso de Colombia, por ejemplo, cuyas políticas en este sentido tienen 20 años?
La respuesta tiene que ver sobre todo con el tamaño del mercado: sus 215 millones de consumidores han determinado en Brasil una tradición de producir para el público local. La mayoría de estas producciones históricamente han dependido de fondos públicos otorgados por Ancine y el FSA.
Pero gustar a la audiencia local no siempre significó gustar al mercado internacional. Por poner un ejemplo, una de las películas nacionales recientes más exitosas, ‘Bacurau’, tan solo recaudó US$ 25.000 de taquilla en Estados Unidos y Canadá, según datos de IMDb.
“Pero eso está cambiando”, asegura Toledo de Spcine. “Estamos viviendo un momento muy especial, pues nunca se invirtió tanto dinero en la industria audiovisual en Brasil. Este año estamos hablando de una inyección de US$ 1.000 millones en el sector, un número similar a lo que España destina al desarrollo de su industria”.
Este número es coyuntural, porque resulta de “acumulados” de fondos congelados por Bolsonaro y que se reactivaron con el gobierno actual encabezado por Luiz Inácio Lula da Silva: R$ 2.800 (US$ 500 millones) de la Ley Paulo Gustavo, una especie de “fondo de emergencia” dedicado a rescatar a la industria audiovisual nacional que constituye la mayor inversión de la historia del país en el sector; sumados a R$ 2.000 millones (US$ 360 millones) del FSA, de los cuales la mitad corresponden al año actual y la otra mitad estaba pendiente de ejecutarse desde años anteriores.
Este impulso económico se suma a otro factor de supervivencia: a raíz del congelamiento de los fondos públicos hasta 2022, una buena parte del sector audiovisual debió dejar el ensimismamiento brasileño y salir al mercado global a buscar alianzas de financiación.
Y esto, para una industria tradicionalmente cerrada, supuso un empujón internacional inédito.
Una prueba de ello es el reciente y acelerado surgimiento de diversas film commissions a lo largo y ancho del país, al punto de que en agosto se creó una red nacional de film commissions brasileñas.
Esto ha puesto en la agenda la posibilidad de que este país de dimensiones continentales pueda tener su film commission nacional, algo que aún no se ha logrado pero que viene siendo empujado por varias entidades públicas, en especial la Agencia Brasileña de Promoción Internacional del Turismo (Embratur), organismo del gobierno federal.
Según un reciente estudio de la consultora Olsberg SPI, si Brasil lanzase un plan nacional de incentivos este año, la inversión directa en producción audiovisual llegaría a los US$ 1.030 millones para 2030, lo cual generaría hasta 15.000 nuevos puestos de trabajo en el sector e implicaría un aumento del 34% con respecto a la inversión de 2021.
“Reactivación” y “consistencia” son así algunas de las actuales obsesiones de los jugadores audiovisuales en Brasil. El gigante se está descongelando y su nueva versión vuelve a la vida con un espíritu más internacional.
¿Serán estos impulsos suficientes para dar al país la relevancia internacional que necesita?