La CEO de Conspiração Filmes aborda las diferentes estrategias que la productora está impulsando para internacionalizar su alcance y sus contenidos.

La paradoja brasileña, argumenta la CEO de Conspiração Filmes Renata Brandão, es la de haber forjado una industria con una capacidad técnica a imagen y semejanza de la de Estados Unidos, con el plus creativo y diverso propio de Brasil, pero con un obstáculo meridiano: el idioma.
Y para una productora independiente que ha venido liderando el movimiento de apertura de la producción hacia el mundo, eso representa un desafío.
“No es fácil captar dinero en el mercado internacional para hacer una serie en portugués, porque tenemos pocos territorios de exhibición que presenten valor para una combinación de fan bases. Diferente es el caso del español, que además de América Latina integra a España e incluso a Estados Unidos”, dice Brandão.
Por eso, aunque por un lado uno de los focos de la compañía sigue siendo hacer producciones en portugués que tengan un alcance global, una de sus principales estrategias es buscar maneras para estrechar lazos con el mercado internacional.
La adaptación a otras culturas y lenguas de sus contenidos de mayor éxito en Brasil es una de ellas.
“Pero además nos preguntamos ¿por qué no producir en otros idiomas? Por eso estamos avanzando en iniciativas de cocreación con productores locales en otros países”, comenta la productora, que marca a América Latina como su prioridad.
En ese sentido, Conspiração eligió México como primer paso de desterritorialización, donde negocia con ViX la producción de una soap series totalmente mexicana, además de ofrecer al mercado internacional para su adaptación producciones como la nominada al Emmy ‘Um contra todos’ (Fox Brasil) o el drama médico ‘Sob Pressão’ (Globo).

Con más de 40 películas y 26 series de ficción producidas a lo largo de sus 32 años de vida, Conspiração viene de producir la exitosa serie ‘Dom’ para Amazon Prime Video y de anunciar recientemente la producción un documental sobre el futbolista Vinícius Jr., del Real Madrid, para Netflix.
Además del idioma, el otro escollo para la internacionalización para Brasil está vinculado al contexto histórico del país sudamericano, que en las últimas décadas no se ha caracterizado especialmente por su apertura a la colaboración.
Este proceso de búsqueda asociativa fuera de fronteras, que puede parecer algo natural para productoras europeas o de otras partes de Latinoamérica, es algo reciente en Brasil, un mercado con una industria audiovisual tradicionalmente enfocada en satisfacer a las masivas audiencias locales. La ejecutiva señala el papel transformador del streaming en este sentido.
“El streaming vino a poner nuestras lógicas patas arriba: todo se convirtió en una gran Pangea y los creadores comenzaron a hacer contenidos para una audiencia local-global. Es algo muy reciente y continuamos aprendiendo a hacerlo”, asegura.
Por eso Brandão cree que desde la producción independiente brasileña se están comenzando a ver “estrategias de reacción” que resume en una pregunta: “¿Cómo hace una productora brasileña, que trabaja con la lengua portuguesa y produce series premium para audiencias locales, para llegar a una audiencia global, potenciando toda la oferta internacional de contenidos que compiten con la relevancia española, coreana, turca o francesa? Es necesario llamar la atención a esa posibilidad”.
Sin embargo, la ejecutiva remarca un elemento que viene siendo central en la discusión regulatoria del streaming en Brasil, y que se vuelve central a la hora de salir a negociar al mercado internacional: la creación de mecanismos que en algún punto les garanticen a los productores independientes el acceso a su IP para poder rentabilizarlo y trascender el modelo originals.

“Cuando tienes la posibilidad de particionar tu producto por territorio es cuando vuelves a tener la rentabilidad de las ventanas, es casi una reconquista de tu producción. Por un lado, tienes el original vinculado a la Pangea y por otro la capacidad de manejarlo autónomamente en distintos territorios”, dice.
Así, la opción de “aguantar” el IP para que no se vuelva un original le implica a la productora un trabajo de hormiga internacional que varias productoras brasileñas están comenzando a entender y a proponerse: la captación de porciones de fondos en cada territorio para llegar al monto necesario para la luz verde, un proceso que mercados de menor escala ya han transitado hace varios años pero que un gigante como Brasil, acostumbrado a una excesiva confianza en su mercado interno, comienza a entender como opción.