Netflix seguirá con su estrategia de superproducciones en América Latina, aunque eso implique adentrarse en terrenos inexplorados, cuenta su VP de contenidos Paco Ramos.

En el arranque de ‘El Eternauta’, el protagonista Juan Salvo no sabe a lo que se enfrenta. Una nieve tóxica cubre Buenos Aires y todo el que está en contacto con ella, muere. Pero, de a poco, él y sus amigos van descubriendo cómo sobrevivir. Y qué es exactamente lo que está pasando.
“Y en ese proceso sale lo mejor y lo peor de la condición humana”, destaca a Cveintiuno desde las oficinas de Netflix en Buenos Aires Paco Ramos, que compara ese aprendizaje “sobre la marcha” del personaje de Ricardo Darín con el camino que ha recorrido el streamer durante estos últimos años con las superproducciones en América Latina.

‘El Eternauta’ forma parte de una camada de ambiciosos proyectos latinoamericanos encargados por Netflix en estos últimos cinco años. Además de esta serie argentina basada en la mítica novela gráfica de Héctor G. Oesterheld, aparecen en este grupo la película mexicana ‘Pedro Páramo’, la serie colombiana ‘Cien años de soledad’ y la miniserie brasileña ‘Senna’.
Aunque no se han dado cifras oficiales, se habla de que todas han estado entre las producciones más caras de la historia en sus respectivos países. A modo de referencia, algunos reportes aseguran que ‘Senna’ habría costado US$ 170 millones.
Y aunque no era el plan inicial, quiso la casualidad, las complejidades de su producción y el Covid-19 que los cuatro proyectos terminaran siendo lanzados en un lapso de apenas seis meses.
“Nuestra idea no era estrenarlas tan juntas, pero nos terminamos tardando más de lo que esperábamos, porque estos proyectos nos llevaron a terrenos desconocidos para el audiovisual de América Latina”, explica Ramos, desde 2018 VP de contenidos de Netflix en la región.
Solo ‘El Eternauta’ tardó más de cinco años desde que fue anunciada en 2020, justo antes de la pandemia, hasta ver la luz el pasado 30 de abril. La plataforma detalla que dedicó dos años al desarrollo y escritura de los guiones, cuatro meses y medio a la preproducción, 148 jornadas al rodaje en Buenos Aires y más de un año y medio a la posproducción.
Producida por K&S Films, la serie contó además con un total de 2.900 extras y actores, se rodó en más de 50 locaciones y 30 escenarios virtuales, y para la creación de la nieve se utilizaron 410 toneladas de sal, de tres a cuatro toneladas de celulosa y 600 kilogramos de eco-snow.
Tal como señala Ramos, la industria de América Latina no estaba acostumbrada a proyectos de estas magnitudes. Y la gran duda de propios y extraños era qué tan bien se adaptarían las compañías locales a manejar presupuestos de esta escala. Y cómo serían los resultados.
“Lo que más me entusiasma de todo esto es que nos propusimos hacerlo, y lo hemos hecho”, dice el ejecutivo como primera conclusión de esta estrategia. “Pero, además, los proyectos han funcionado con la audiencia, tienen prestigio, reconocimiento y resonancia fuera de sus países”, agrega poniendo como ejemplo el reciente premio a mejor serie iberoamericana que ganó ‘Cien años de soledad’ en los Premio Platino.

Por eso, revela Ramos, el streamer seguirá explorando esta línea de contenidos que, está convencido, serán cada vez menos difíciles de realizar.
“Cada vez vamos a tener más capacidad como industria para que nos planteemos, nosotros y nuestros competidores, que se pueden hacer este tipo de cosas alejadas de lo que se supone que sabemos hacer. Cosas que se supone que no sabemos hacer, pero que estamos aprendiendo sobre el camino”, opina.
Las segundas temporadas de ‘Cien años de soledad’ y ‘El Eternauta’ son en ese sentido las dos primeras superproducciones que seguirán, con otras aún no anunciadas en marcha.
Y esta vez, asegura Ramos, no se tardarán cinco años.
“El estar en terrenos desconocidos a veces genera ineficiencias. Pero las ineficiencias de corto plazo se convierten en eficiencias a largo plazo. Por eso sabemos que tenemos que atravesar esta llanura para poder aprender del camino, si no, nos quedaríamos haciendo siempre lo mismo”.
‘Club de Cuervos’ fue en 2015 la primera producción original de Netflix en América Latina, y en el mercado internacional. Y ‘Edha’, en 2018, la primera de Argentina. Desde entonces, destaca el ejecutivo, la industria local latinoamericana no ha parado de avanzar para colocarse, al fin, en un punto donde sí es posible imaginar proyectos con esta ambición.
“La industria también tiene que avanzar paulatinamente. Porque tenemos claridad que cuando aceleras desproporcionadamente rápido, la calidad inmediatamente se resiente. Habría sido raro en 2018, cuando la ficción argentina estaba dominada por telenovelas de Telefe o El Trece, haber encargado un proyecto como ‘El Eternauta’. Creo que es paulatino y creo que el talento se va desarrollando, tanto el técnico como el artístico”, explica. “Pero si miramos cómo hemos avanzado desde ‘Edha’ hace solo siete años, el potencial es enorme”.

Quienes sí avanzan quizás de manera más acelerada son los propios suscriptores de Netflix, acostumbrados a una oferta internacional de superproducciones de todo tipo.
“Lo más importante de lo que hacemos como programadores para nuestros miembros es pensar cuáles son aquellos contenidos que nos diferencian y nos permiten construir una relación cada vez más estrecha con ellos. Queremos que cada suscriptor sienta que nosotros le estamos devolviendo más de lo que está pagando”, asegura Ramos.
Pero hay otro mensaje que los proyectos de este tipo envían a los creadores locales: ninguna idea es ya imposible, y si Netflix pudo producir ‘El Eternauta’ a esta escala, sus proyectos más ambiciosos también son realizables.
Eso sí, Ramos advierte que, por más ambiciosos que sean, estos proyectos deben estar alineados con las expectativas de los espectadores.
“Si tú ves una serie donde aterriza una nave espacial enfrente de la Casa Blanca y se baja un extraterrestre y habla con el presidente, te lo crees. Pero si de repente vemos una nave espacial aterrizar en la Casa Rosada, pues aquí en Argentina se van a reír. Sé que en México se reirían muchísimo”.
En Argentina confluyen sin embargo varios elementos que permiten pensar en seguir produciendo en grande. Por un lado, su industria audiovisual es una de las más desarrolladas de la región y su población es una de las más “orgullosas” de su audiovisual, quizás a la altura de Francia o Corea, argumenta Ramos.
Pero, además, el público argentino es uno de los más sofisticados y complejos de satisfacer, según los datos de Netflix. “Cada país tiene ciertos hábitos de consumo distintos. En India, solo ven cosas indias. En Corea y en Japón solo ven cosas coreanas y japonesas. Pero luego hay países que se van al otro extremo del espectro, como Argentina”.
Es que los datos de visionado de la plataforma sugieren que los argentinos ven muchísimo contenido español, italiano, francés y coreano, así como mexicano y colombiano.
Los países con este tipo de preferencias son los más complejos para el área de contenidos locales de Netflix, porque sus espectadores son “mucho más ambiciosos”. Eso lleva a que las producciones del streamer en estos países tengan que ser “híper relevantes e híper específicas”.
Por eso, Argentina es un país donde la plataforma tiene intención de seguir aumentando la inversión “paulatinamente, no desproporcionadamente”. Y eso no tiene que ver con la cantidad, sino con la ambición.
Por suerte para Netflix, Argentina es además uno de los territorios de donde más historias sorprendentes les llegan. “Es uno de los países donde tenemos más acceso a proyectos que nos interesan, que nos gustan, que nos mueven la cabeza y que nos ponen a pensar”, concluye Ramos.