SOUTH SERIES: La reciente ola de documentales y docuseries true crime ha visto como algunos títulos han rozado o traspasado los límites éticos del género, que aprende día a día a establecer dónde están sus líneas rojas, coincidieron creadores en el South Series Festival de Cannes.
En el marco de un panel dedicado al tema, Íñigo Pérez Tabernero, CEO de Señor Mono, y Juan Moya, director de ‘Arny, historia de una infamia’, reconocieron que el género sigue buscando sus límites en España y que el debate debe comenzar en la ética de cada creador.
“Para mí, el límite es el periodismo y el periodismo pasa por a veces cruzar un poquito las líneas o, al menos, rozarlas”, señaló Pérez Tabernero, que produjo la serie de Mediaset y Prime Video ‘Sapo S.A., memorias de un ladrón’.
“A lo mejor, mucha gente no se siente cómoda, pero tú crees honestamente que debes hacerlo para contar una buena historia. Lo primero es decir, tengo este proyecto. ¿Qué cosas quiero hacer? ¿Qué cosas no quiero hacer? ¿A quién le quiero dar voz? ¿A quién no le quiero dar voz? Cada docuserie es un caso distinto”, agregó Tabernero, para quien “el límite empieza en el debate con uno mismo”.
Tabernero coincidió con Juan Moya en que lo primero es la responsabilidad con las víctimas y con sus familias y, después, el enfoque desde el que se cuenta la historia.
“Es una cuestión de cada caso, que es muy especial y que tienen características que los hacen únicos. Y también es única la manera de afrontarlos, ya que existen líneas legales. Pero luego existe todo este margen ético para afrontar los casos. Esto se está creando día a día. Nosotros nos pasamos de frenada a veces y nos vamos por terrenos que son excesivamente delicados y que pueden hacer daño a terceros. Día a día estamos aprendiendo un poco también sobre esos límites”, opinó Moya.
El director contó en ese sentido su experiencia con ‘Yo fui un asesino’, un documental que aborda el caso del “asesino de la katana” 17 años después de los hechos en los que un adolescente asesinó a sus padres y a su hermana.
“Teníamos líneas rojas tanto en DMax, como en Cuarzo, como yo mismo. Hay líneas que son más técnicas, como por ejemplo no dejar que el relato de él domine el documental. Por supuesto, contrastábamos constantemente todo lo que se decía y también se acudió a especialistas, psicólogos y psiquiatras que le trataron en su momento”, explicó.
El objetivo en este caso era comprobar si era posible la reinserción real de alguien como este asesino, que había cumplido ya su condena hacía bastante tiempo.
El paso del tiempo, justamente, es otro de los aspectos fundamentales según Moya, ya que ofrece una panorámica sobre los casos que es imposible de tener en tiempo real.
“El true crime y la actualidad están peleados”, coincidió Pérez Tabernero.