Con ‘El refugio atómico’, Vancouver y Netflix proponen el cruce de artesanía y tecnología más ambicioso de España

Pina Mezzera 17-09-2025 ©cveintiuno

La nueva serie de los creadores de ‘La casa de papel’ para Netflix combina lujo y encierro en un búnker futurista, rodada en el mayor set jamás construido en España y con más de 160 escenas de virtual production, en una apuesta que marca un hito y sienta precedentes para la industria española.

El set de ‘El refugio atómico’ (foto: Tamara Arranz, Netflix)

Un colchón de nubes teñidas por los tonos del atardecer corta al medio las icónicas Cuatro Torres de Madrid, creando una atmósfera entre inquietante y onírica. Con esa imagen se encontró Álex Pina mientras conducía y llamó a su director de fotografía, Migue Amoedo: “Quiero abrir así un capítulo”.

En otro momento, Amoedo, “cómplice de locuras” de Pina, hubiera dicho que era imposible. Pero en ‘El refugio atómico’, la nueva serie de Vancouver Media para Netflix, el hub del streamer en Tres Cantos ya contaba con su imponente set de virtual production. Así que con esa imagen comienza el segundo episodio de la ficción.

‘El refugio atómico’ es la nueva creación de Álex Pina y Esther Martínez Lobato, las mentes detrás del mayor hit español de Netflix y de la historia de la TV local, ‘La casa de papel’, y de las posteriores ‘Sky Rojo’ y ‘Berlín’.

Esta cuarta historia, que tiene ocho capítulos y llegará a todo el mundo por Netflix este viernes 19, sigue a un grupo de multimillonarios obligados a convivir tras encerrarse en Kimera Underground Park, un búnker de lujo diseñado para resistir cualquier catástrofe imaginable ante la amenaza de un conflicto global sin precedentes.

Y aunque hasta aquí la trama respire a thriller apocalíptico y a ciencia ficción, la serie prepara sorpresas.

Álex Pina

“Es la primera serie que hemos hecho con una vocación de cambio de género tan brutal”, comenta Pina desde el set físico de la serie en Colmenar Viejo, en las afueras de Madrid.

“Quisimos empezar con un género, ir girando hacia otro y crear una especie de matrioska constante, donde vas abriendo muñecas para encontrarte con otro género, y luego otro, y sorprendes al espectador”, agrega.

Basta ver el capítulo uno para entender de qué habla.

Pina y Martínez Lobato firman el guion de ‘El refugio atómico’ junto a David Barrocal, David Oliva, Lorena G. Maldonado y Humberto Ortega, mientras que Jesús Colmenar, Barrocal y José Manuel Cravioto estuvieron a cargo de la dirección.

‘El refugio atómico’ es el proyecto audiovisual más ambicioso que Netflix ha emprendido en España. Sin embargo, quedarse en el presupuesto es simplificarlo mucho, aclara Diego Ávalos, VP de contenido de la plataforma para España, Portugal y Turquía.

“La ambición está en el storytelling, en una estructura no tradicional, en el lenguaje de la cámara, en el diseño de los personajes, en lo que Álex y Esther querían contar. Es una matrioska con múltiples capas en todos los sentidos”, señala.

Entre las muchas barreras que ha roto ‘El refugio atómico’, una de las más sorprendentes es el modo en que combina oficio artesanal con innovación tecnológica.

“No es solo una ruta, es un ejemplo muy claro, ya en acción, de cómo operamos y cómo vamos a seguir operando”, afirma Ávalos. “La tecnología te permite soñar creativamente de una forma que antes nunca habías podido soñar”.

Es que la serie se filmó en un multiset de más de 7.200 metros cuadrados, dividido entre el enorme plató de Colmenar Viejo, donde tiene su sede Vancouver, y las instalaciones de producción de Netflix en Tres Cantos, que el año pasado celebraron sus primeros cinco años de vida.

Desde el hub de Tres Cantos, el head de producción del streamer Víctor Martí explica que ya han pasado por ahí más de 70 rodajes de la plataforma.

Con 10 estudios y un total de 22.000 metros cuadrados, el espacio cuenta con salas de vestuario, maquillaje y peluquería, producción, así como 30 salas de edición y seis laboratorios de dailies, también utilizados para shows internacionales. “Generamos aquí los dailies de la película ‘Ballad of a Small Player’, filmada en Macao y editada en el Reino Unido”, ejemplifica Martí.

Migue Amoedo y Víctor Martí en el set de producción virtual en Tres Cantos

Es además el mayor centro de innovación tecnológica del streamer en Europa. “Al ser el único hub de Netflix en la Unión Europea, estamos probando aquí muchas cosas por primera vez”, explica Martí.

Y en el caso de ‘El refugio atómico’, más de 160 escenas se rodaron en este set virtual, protagonizado por una pantalla LED de 180 grados, de 30 metros de largo y 6 de alto.

Si bien la nueva serie de Álex Pina no es la primera en utilizar esta tecnología, Migue Amoedo asegura que “nunca se había usado a este nivel”.

Se trata de los in-camera VFX, que integran efectos visuales directamente durante el rodaje, proyectando los entornos digitales en la pantalla, de modo que actores y cámaras interactúan con ellos en tiempo real.

Y aunque Hitchcock ya proyectaba imágenes de fondo, el salto tecnológico permite cumplir con los estándares de calidad actuales y poner la herramienta al servicio de la creatividad del autor para que la magia ocurra.

“Puedes parar el tiempo. Puedes detener un atardecer. Puedes generar la ilusión de movimiento y alterar la realidad con fondos dinámicos”, dice Amoedo frente a la pantalla en la que juega con una palmera que se aleja y se acerca en una playa paradisíaca. “Puedes componer el plano en tiempo real. Es una herramienta muy poderosa”.

La gran revolución es que los VFX se mueven desde la posproducción a la preproducción. “Diría que ningún plano de ‘El refugio atómico’ necesitó VFX después”, asegura Martí.

Miren Ibarguren durante el rodaje de ‘El refugio atómico’ (foto: Tamara Arranz, Netflix)

Mientras que esto les permitió recortar los tiempos de posproducción, la inteligencia artificial (IA) hizo lo propio en la pre.

El gran aprendizaje de la IA, para Amoedo, es su capacidad de iterar. “Los seres humanos a veces no tomamos todas las posibilidades; la IA sí. Y cuando hay mucha creatividad, ese proceso de iteración es muy valioso”.

Con esta serie, en Vancouver buscan repetir el éxito de ‘La casa de papel’. El director de fotografía lo deja claro: “Es una nueva oportunidad de seguir mostrando el storytelling local al mundo. La virtual production nos permite reducir el gap tecnológico entre la cinematografía española y la estadounidense”.

Toda esta explosión de vanguardia se estrella al llegar al set de ‘El refugio atómico’, un espacio físico, tangible, casi escultórico. Y colosal.

Ávalos asegura que es el set más grande que se haya hecho jamás para una serie en España, y destaca un rasgo único: al intervenir por completo el edificio, la cámara puede desplazarse de un extremo a otro sin tropezar con decorados falsos ni estudios vacíos.

Abdón Alcañiz, a cargo de la dirección de arte y producción física en Vancouver, recuerda cómo la propuesta fue mutando hasta llegar al set final, que llevó ocho meses construir. Hubo incluso un momento de crisis cuando se estrenó la serie ‘Silo’ de Apple TV+, con un búnker casi idéntico al que estaban diseñando.

“Nos dimos cuenta de que estábamos en un lugar común. Lo distópico, oscuro y apocalíptico… realmente son un lugar común. Y entendimos que teníamos que hacerlo muy diferente”, recuerda Amoedo.

La solución fue escapar del brutalismo del hormigón y buscar un lenguaje distinto, que encontraron en la estética y el espíritu cultural de los años 50.

“Nos inspiramos en los Golden 50s del Japón y Estados Unidos de posguerra. Con materiales plásticos, sintéticos. El minimalismo como movimiento artístico. Y al mismo tiempo necesitábamos lujo. Todo eso lo trajimos al mundo contemporáneo”, explica Alcañiz.

El resultado fue un set que adapta el edificio real e incluye gimnasio, restaurante, cancha de basket y hasta un hammam. Alcañiz destaca la amabilidad de los espacios: no hay esquinas ni líneas rectas, y cada mueble se diseñó para ajustarse al lugar. “El diseño sigue a la función”, resume.

Diego Ávalos y Abdón Alcañiz este martes en el set de ‘El refugio atómico’

Lejos de limitar los horizontes creativos, rodar en un espacio cerrado es para Vancouver una ventaja y a la vez un reto.

“Tenemos querencia, porque esta es la cuarta serie que hacemos en un espacio claustrofóbico, después de ‘Vis a vis’, ‘La casa de papel’ y ‘El barco’. Y realmente nos da mucho más de lo que nos quita”, dice Pina.

“Meter a tus personajes en una olla a presión hace que pasen dramáticamente de un estado a otro. Y, además, nos permite controlar mucho mejor todos los aspectos técnicos y nos da un resultado muchísimo más poderoso en términos de valor de producción. Así que diría que son todo ventajas”, añade el creador.

De las decenas de lecciones que les dejó el fenómeno global de ‘La casa de papel’, una clave fue la importancia del poder visual.

“Para nosotros, la identidad visual es una forma de alcanzar el mercado internacional. Es un elemento de venta tan importante como el casting”, resume Amoedo.

Se refiere a la necesidad de generar símbolos, algo que el mundo necesita en tiempos de tanta amenaza, una idea que subyace en la trama de ‘El refugio atómico’. “Hemos descubierto que esa es nuestra fórmula. Y la estamos readaptando”, afirma.

Si en ‘La casa de papel’ dieron la vuelta al mundo los monos rojos y las máscaras de Dalí, en ‘El refugio atómico’ rige un juego cromático expresionista que abarca decorado y vestuario, y que enfrenta el turquesa, que evoca calma, con el ámbar, calidez.

“No se hace todo esto para una sola temporada”, se oye entre los periodistas.

El equipo se limita a mirarse y sonreír. Ávalos sale del paso con elegancia: “Esperamos que las audiencias conecten, se emocionen y podamos seguir contando esta gran historia”.

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