La CEO de Dopamine enumera los cuatro puntos que están frenando la coproducción en América Latina y dónde están hoy las oportunidades para las productoras latinoamericanas que buscan apostar por modelos alternativos de financiación.
Al frente del estudio de producción del Grupo Salinas Dopamine desde su lanzamiento en 2017, Fidela Navarro es una de las pioneras de la coproducción en América Latina.
‘Hernán’, serie estrenada en 2019 y basada en la conquista de México de Hernán Cortés, es tal vez su proyecto más icónico en ese sentido, con alianzas para su producción con Onza, Prime Video, History Channel y TV Azteca.
Y desde entonces Dopamine ha seguido impulsando el modelo, con experiencias en Reino Unido como ‘Close to Me’ junto a NENT Studios UK o ‘Granite Harbour’ con Eccho Rights, así como en España con ‘Cicatriz’ junto a Plano a Plano.
Hoy, sin embargo, Navarro advierte que un proyecto como ‘Hernán’ ya no es posible de realizar en Latinoamérica, región que siempre ha carecido de herramientas que abundan en Europa y que se ha quedado sin pantallas clave con las que impulsar alianzas.
¿Por qué dices que es tan difícil sacar coproducciones actualmente en América Latina?
En medio de una coyuntura de mercado donde hay menos encargos de series premium y donde las plataformas han reducido sus presupuestos, lo que tendríamos y quisiéramos es encontrar un modelo de coproducción multiventana para poder continuar haciendo proyectos de ciertas características. Pero no hay herramientas.
¿Qué es lo que no tenemos frente a España y Europa en términos de cultura de producción? Te lo resumiría en cuatro puntos.
En primer lugar, no contamos con unos incentivos fiscales tan altos y tan atractivos como en España. Aquí en México, directamente no tenemos. Dos, no tenemos condiciones crediticias como las de España. Tres, en la mayoría de los países latinoamericanos, la televisión abierta no juega a la hora de licenciar series premium. Y el cuarto factor es que las distribuidoras internacionales no apuestan con mínimos garantizados, como sí lo hacen con las series europeas.
Y tampoco hay televisiones públicas tan fuertes…
Correcto, no hay televisiones públicas. Y las televisiones privadas en general no licencian series premium o series cortas como lo hacen las televisiones europeas. Entonces, al final los modelos de coproducción multiventana son muy difíciles.
Entonces, ¿cómo logró Dopamine sacar adelante una coproducción como ‘Hernán’?
Sí, pero hoy difícilmente podríamos repetir un ‘Hernán’. Los canales de Pay TV ya no juegan y los streamers no lo hacen como antes. El streamer ya tiene mucho contenido, entonces no apuesta tanto a segundas temporadas o series de alto presupuesto. Cada vez están siendo menos.
Y luego no hay incentivos, y para poder sostener este tipo de series necesitamos mayores incentivos en nuestros países.
¿Dónde sí se puede? En España y desde España. Pero para eso debemos encontrar las historias que viajen por ambos continentes. Si las encontramos y rodamos en España, se puede. Pero no podemos hacerlo aquí.
¿Cuáles son tus mayores preocupaciones a la hora de planificar la financiación de los proyectos?
Hay un tema que está pasando y es que los servicios financieros también tienen sus costos. Es verdad que en España es más fácil conseguir que un banco te adelante el dinero, pero eso tiene un costo financiero bastante alto.
Ahora mismo, por ejemplo, estuvimos evaluando participar en una coproducción internacional y salía mejor llevar el proyecto a rodarlo al Reino Unido que en España, precisamente porque los costos financieros eran menores en Reino Unido. Aunque no haya tantos incentivos, haciendo el balance final, resultaba mejor. Ojo con eso.
Y en España también están subiendo muchos los costos. España es un territorio ideal para que se sume a tu proyecto una plataforma, un canal, una distribuidora con un mínimo garantizado y disminuir tus costos gracias al rebate. Eso es un modelo que inicialmente era ganador. ¿Pero qué está pasando también? Que, si suben los costos de rodar, si suben los costos financieros, si suben los costos de los crews y también de los talentos, las cuentas ya no salen, especialmente en un momento en el que las plataformas están bajando su nivel de inversión en licensing, donde o te pagan menos o te suben las condiciones y los derechos que solicitan.
Todo esto hace que la última milla o el gap de la financiación tenga que ser a riesgo. Entonces, hay que ir caso por caso, porque si no te sale una proyección de distribución internacional a cinco años, el estudio se puede quedar con una pérdida considerable.
¿Y en América Latina los costos financieros son también elevados?
Claro. Hay mejores condiciones en Europa porque hay más industria hecha. Aquí, al final, también el crédito bancario es caro. Y todavía queda mucho camino por hacer. Coproducir en América Latina es más riesgoso y los gaps suelen ser más grandes que en los proyectos europeos.
Y en México también nos hemos puesto muy caros en cuanto a los costos de producción. Somos un mercado caro hasta para Estados Unidos.
Al final, ¿dónde están los mercados de coproducción internacionales? Están en Europa, no están en América Latina. Lo que pasa es que cuando hablamos de coproducción en América Latina, en realidad hablamos de compartir gastos. Gastos de desarrollo, de comprar una IP, de hacer un pitch. Pero al final, las coproducciones terminan derivando en presentación de proyectos originales a la plataforma. El cliente final es la plataforma y con mi socio me reparto los gastos, sí, pero luego también el beneficio. Y no nos quedan los IPs.
¿Hacia dónde crees que se dirige el mercado de la coproducción?
Creo que aún falta estabilización. Es decir, tienen que pasar años para seguir probando modelos de coproducción. Se tiene que estabilizar el mercado. Tiene que haber también un mínimo de permanencia de ejecutivos en todos los terrenos, tanto en las productoras como en los estudios y en las distribuidoras. Y también tiene que haber nuevos mecanismos de control de las coproducciones para saber si a mediano y largo plazo son rentables o no. Es aprendizaje.
En este tiempo hemos aprendido a hacer y hemos hecho producciones premium en español. Y en América Latina cada vez producimos mejor. Pero tiene que haber otros 10 años más para hacerlo perfecto, para maximizar recursos, conseguir premios y hacer rentables las producciones.
Lo mismo tiene que pasar en el terreno de la coproducción internacional. Se necesitan más casos, se necesitan más oportunidades y se necesita más estabilidad y permanencia también ejecutiva. Es que después del rodaje y de estrenar las primeras ventanas, aún te quedan de cinco a siete años para ver cómo va la distribución internacional y cobrar poco a poco las ventas. Esto no se aprende en cinco años ni en 10. Esto lleva 15, 20 y 25 años.
¿Y qué mejoras se pueden implementar desde ya?
Tenemos aún mucho que aprender en los países de habla hispana a la hora de gestionar las coproducciones. Porque hasta ahora hacemos unas gestiones muy en lo individual, muy particulares y basadas en la confianza y en el trabajo de amigos, que son otros players. Pero cuando hablamos de proyectos con derechos a perpetuidad y de grandes inversiones de dinero, pues también hay que trabajar con CAMAs (Collection Account Management Agreement), hay que tener proveedores que te ofrezcan servicios de gestión, y eso hay que empezar a contemplarlo para poder jugar a esos niveles.
Cuando haces una coproducción con dos players, tres players, si tú la dominas está muy bien. Pero cuando hay players de diferentes nacionalidades, en una industria donde hay tanto cambio de ejecutivo, es una locura. Los CAMAs te permiten tener mecanismos de control, gestión y cobranza.