Los caracoles serán lentos, pero la compañía colombiana se mueve con la velocidad opuesta. Liderar la TV colombiana no le basta y, tras producir en México, Turquía y España, Caracol Televisión afronta el futuro como un estudio global.

Pregunta en cualquier mercado internacional por los gigantes de Latinoamérica y es muy probable que entre los tres primeros nombres aparezca Caracol. Es que es imposible entender la internacionalización del contenido latinoamericano, y por supuesto colombiano, sin su presencia.

Tras décadas colocando sus telenovelas en pantallas a lo largo y ancho del planeta, Caracol Televisión se embarcó en los últimos años en un proceso para pasar de ser un broadcaster de TV abierta, donde lleva casi una década liderando la audiencia local, a un estudio con ambiciones globales.
Este cambio se integra además en el plan de transformación iniciado en 2023 bajo la presidencia de Gonzalo Córdoba, que busca enfrentar la expansión digital a través de tres frentes: agilizar la estructura, diversificar el modelo con mayor peso financiero del estudio y expandir la producción internacional.
Haber nacido como productora que arrendaba espacios al Estado en el sistema mixto de los 60 le dio a Caracol un ADN creativo que ha mantenido a lo largo del tiempo: desde que a fines de los 80 fue adquirida por el holding Valorem de la familia Santo Domingo, hasta cuando se transformó en canal privado en 1998, y luego al iniciar su fase de expansión internacional con el talento y las historias como bandera.
Y, sin embargo, buena parte de la clave del éxito de Caracol está en la disciplina, según su VP de producción y contenido, Dago García: “Siempre hemos sido muy amigos de los procesos. En una industria donde el talento es esencial pero también volátil, un proceso sistematizado da continuidad, solidez y reduce errores”, agrega, en referencia al modelo de unidades independientes con el que funciona la compañía.
Actualmente, el músculo de producción de Caracol opera bajo tres modelos de negocio: producciones para la pantalla del canal, que incluyen precompras y distribución; contenidos por encargo; y producciones o coproducciones internacionales.

El volumen anual de producción abarca las tres áreas en simultáneo. Para el canal, realiza realities originales como ‘Desafío’ y adaptados como ‘The Voice’, y entre cuatro y cinco series scripted de al menos 60 capítulos cada una, que luego se emiten también en plataformas. Títulos recientes incluyen los melodramas ‘La influencer’ y ‘Devuélveme la vida’ o el remake de la comedia clásica ‘Nuevo rico, nuevo pobre’.
Al mismo tiempo, entrega tres o cuatro series originales a streamers internacionales. Vale destacar que Caracol fue uno de los primeros broadcasters de Latam que reaccionó a la llegada de las plataformas con un enfoque de aliados y no de amenaza. Además de un acuerdo de distribución con Netflix, ha producido para el streamer ficciones como ‘La primera vez’, primera serie original colombiana con cuatro temporadas. También ha trabajado con Prime Video en la serie musical ‘A grito herido’ y con Disney+ en el regreso de su clásica telenovela ‘Pedro, el escamoso’ dos décadas después de la original.
Y, por último, ha fijado un objetivo concreto en el escenario global. “El plan es producir una serie al año en otro territorio, con la meta de ir aumentando ese volumen”, revela García.
Esta estrategia puede no llamar la atención en regiones como Europa, acostumbradas a la colaboración entre países, pero es un movimiento innovador en América Latina, un mercado tan gigantesco como heterogéneo, aún cargado de prejuicios que asocian su contenido con historias de narcos o melodramas lacrimógenos.

Caracol ya irrumpió con este modelo en tres territorios: en México con la serie biográfica del ranchero mexicano ‘El Rey, Vicente Fernández’ (2022), emitida en su canal y en Netflix; en Turquía con el drama romántico ‘Leylifer’ (2023), en coproducción con Inter Medya, en etapa de venta internacional; y en España con ‘Aquel’, serie sobre el icónico cantante español Raphael filmada este verano junto con la productora local DLO Producciones y vendida a Netflix para España y Latam.
Para esta línea de producciones, el cliente principal no es el canal Caracol, que suele “comprar una licencia de acuerdo con las posibilidades que le ve al producto”, explica García. Y agrega que la experiencia ha llevado al estudio a buscar un modelo donde arriesgar financieramente, pero con ciertas certezas: “No nos lanzamos a la aventura de producir si no tenemos de antemano unas preventas de licencias”.
La preventa, de hecho, se ha convertido en una herramienta esencial para estructurar modelos de financiación. Pero no hay fórmulas únicas.
“Cada plataforma es un universo, trabaja de manera distinta y cambia rápido. Nuestra habilidad está en detectar esas necesidades y ofrecer no solo un contenido, sino una propuesta de negocio”, resume Lisette Osorio, VP de negocios internacionales de Caracol, a cargo de liderar las negociaciones de estos proyectos.
“Antes, con otra industria, te compraban simplemente por lo creativo. Eso ya no pasa. Ahora es: ven, analicemos el negocio. Es clave tener un departamento creativo y uno comercial que vayan muy de la mano”, añade. Y García lo sintetiza: “Yo tengo una tesis: hoy día se necesita más creatividad para montar el modelo de producción de un proyecto, que para idearlo y escribirlo”.
La producción internacional más reciente de Caracol, la bioserie de Raphael, es un buen ejemplo de un tipo de esquema y partner con los que el estudio se siente cómodo trabajando fuera de fronteras colombianas.
Al igual que en ‘El Rey, Vicente Fernández’, en ‘Aquel’ Caracol retiene el IP y controla los derechos de distribución.
“Cuando tuvimos el IP, pensamos quién sería el mejor socio local para ejecutarlo. DLO es una productora muy reconocida en España, encabezada por José Manuel Lorenzo, un showrunner estupendo”, afirma Osorio. “Al momento de asociarnos, buscamos players que nos permitan multiplicar y unir fuerzas. Y también garantizar seguridad. Entre menos sensación de riesgo le des al cliente, más fácil va a ser la venta”.

Además, España se alza como un mercado estratégico para Caracol por la combinación de valores de producción, incentivos fiscales y demanda internacional de su storytelling. La ejecutiva explica que este mix resulta muy atractivo para la distribución y les permite ampliar el portafolio con un tipo de serie premium capaz de conquistar pantallas a las que una telenovela colombiana no llegaría.
Pero eso no es todo. Esta alianza con DLO marca también un camino nuevo de trabajo, de acuerdo con García. “Antes cada productora iba y se las arreglaba. Ahora buscamos unir esfuerzos entre productoras para acercarnos juntas al mercado. Es una de nuestras apuestas importantes al futuro”, asegura.
Además de la turca Inter Medya, con la que ya busca su próxima coproducción, Caracol cuenta con asociaciones con la mexicana Elefantec Global, la española Secuoya Studios y con Cacao & Cía, joint venture entre la española iZen y la latinoamericana Non Stop, mientras explora activamente nuevos mercados estratégicos como Brasil.
“Muchas veces escuchas: ¿por qué una compañía colombiana va a ser un producto local mexicano, o viceversa? Pero yo creo que no hay límites para lo creativo”, afirma Osorio. Y deja claras las ambiciones del plan: “Nuestro objetivo es ir sembrando semillas más allá de Colombia y expandir la frontera de nuestras capacidades en cualquier territorio del mundo donde veamos potencial”.
Otra área en la que Caracol está comenzando a incursionar son los microdramas verticales, una tendencia que está explotando en América Latina y que entre sus adeptos también figuran otros broadcasters como el mexicano-estadounidense TelevisaUnivision o los chilenos TVN y Canal 13.
Caracol ya produjo su primera serie vertical tras cerrar una alianza con la plataforma ReelShort, que está liderando el fenómeno en la región. Y, aunque no hay anuncios oficiales, es esperable que otras vean la luz en Ditu, la plataforma gratuita de streaming que Caracol lanzó en Colombia en febrero.
Alimentada en una primera etapa con la librería del canal, Ditu explora formatos alternativos, como extensiones de sus realities, programas de comentario deportivo y animaciones como ‘Roberta quiere cacao’, que tras una temporada en YouTube y Spotify tendrá su segunda entrega en la app AVOD. Y las microseries son un terreno que la compañía encuentra fértil para innovar.
“Estamos buscando hacer series verticales propias y también analizando cómo con la librería podemos jugar y llevarla a formatos cortos”, señala Osorio.
“Atravesamos un momento de transición y, como tal, es caótico. Cada día se cae una certeza y se descubre un nuevo camino. Los microdramas están entre esos fenómenos inesperados”, opina García. “La única forma de comprobar si verdaderamente existe un gran negocio o no, es haciéndolo”.
Según él, venimos de un paradigma donde el contenido era el rey y estamos en uno donde debe compartir el trono “con una reina demandante y celosa llamada distribución”.
Caracol parece haberlo entendido y, con una lógica de creatividad, riesgo y ambición, alimenta una espiral que solo parece apuntar hacia arriba.



















