Ante el escenario de freno, recortes y contracción económica que domina el mercado, preguntamos a ejecutivos, productores y creadores dónde se juegan los desafíos de la industria del contenido en español. Estas son las tres grandes conclusiones.
1. Tejido industrial
“Tenemos que empezar a construir el tejido de profesionales del vestuario, el maquillaje, la iluminación, la dirección, la fotografía… Están ahí, pero todavía no a una escala capaz de responder a esa promesa de un mercado de más de 600 millones de personas”. Con esas palabras, Ben Silverman, chairman y co-CEO de Propagate, define uno de los principales retos que debe ocupar a la industria del contenido de habla hispana los años que vienen.
Convencido del potencial global del storytelling latinoamericano, el visionario productor estadounidense detrás de fenómenos como ‘The Office’ o ‘Ugly Betty’ aporta un análisis acaso externo a una preocupación que ya sobrevuela entre los locales: para que el crecimiento que en los últimos años atravesó el negocio audiovisual sea saludable y sostenible, urge invertir en formar a las siguientes generaciones de talento creativo y técnico.
Por una parte, esto se traduce en mantener un diálogo más fluido entre academia e industria.
Para Ángela Poblete, directora de TV de la productora chilena Fabula, de los hermanos Pablo y Juan de Dios Larraín, la universidad es una cantera de talento. “Aunque sin necesidad ni tiempo, no he dejado nunca de dar clases. Estar en contacto con los chicos y leerlos me encanta, me lleva a dar con voces distintas, diversas e interesantes que muchas veces luego acerco a la productora”.
El guionista y director Daniel Burman, cuya productora Oficina Burman es parte de The Mediapro Studio, también celebra el hallazgo de “dos o tres voces extraordinarias e imprevisibles al año” en el Máster de Guion que el estudio ofrece en Madrid junto a la Universidad Complutense. “Es gente que viene sin tanta contaminación y que llega de lugares inesperados. Hace poco había un chico que venía de editar porno: va a mirar las cosas de una manera que yo no podría mirar nunca. Eso siempre es enriquecedor”.
Al igual que The Mediapro Studio, cada vez son más las productoras de Iberoamérica que están contribuyendo activamente a formar talento mediante diversos programas, como Argos Media Group, Lemon Studios o Grupo Secuoya, por mencionar solo algunas.
Sin embargo, varios productores señalan que el desafío trasciende la capacitación formal y reglada para llegar al interior de las productoras, que ante cada proyecto pueden elegir si seguir trabajando con profesionales experimentados o ir formando equipos combinados que den oportunidades a perfiles más jóvenes.
“Los norteamericanos tienen una forma sistematizada de explotación, búsqueda y apoyo al nuevo talento, y nosotros tenemos que hacer un trabajo más inteligente en ese sentido”, dice al respecto Epigmenio Ibarra, veterano productor mexicano al mando de Argos. “Tenemos que ser más abiertos y receptivos”.
Benjamin Odell, productor de títulos como ‘How To Be a Latin Lover’ o ‘Acapulco’ con la compañía que dirige junto a Eugenio Derbez, 3Pas Studios, coincide: “Yo no creo que los talleres de una semana sean suficientes. Tiene que ser un sistema por el cual siempre estás buscando a la siguiente generación. En Estados Unidos los escritores que llegan a lo más alto y se convierten en showrunners ya están ayudando y enseñando a los siguientes. Y eso no está pasando en América Latina. Aquí me han llegado a decir que si los entrenan, tienen miedo de quedarse sin trabajo”.
Así, ya no es una cuestión solidaria, sino inteligente: si crece la demanda de contenido pero no se nutre la base que la crea, a la larga se pierde calidad y eso debilita la industria. Y con una industria débil podrá seguir habiendo casos de éxito, pero nunca llegaremos a ser una región generadora de éxitos.
2. Contenidos memorables
Una chica que aparecía misteriosamente muerta, un grupo de jóvenes que se rebelaba contra el sistema, una mujer de mediana edad que buscaba hacer justicia… En los últimos años seguro has visto -o probablemente empezado a ver- series que hoy se te mezclan, que te cuesta desbloquearlas de algún rincón de tu memoria y que obviamente no tienes ni idea de en qué plataforma o canal se emitieron.
Pues eso que te ocurre como espectador parece por fin haberse convertido en un problema para la industria, que ahora destaca como uno de los mayores desafíos la necesidad de subir la calidad de lo que se está produciendo en idioma español.
Y como autocrítica es bastante nueva. Cuando por ejemplo en septiembre, durante la última edición de Iberseries & Platino Industria, desde Cveintiuno preguntamos sobre la falta de carácter del grueso de las series premium de habla hispana, en general las respuestas fueron, si no de negación, muy cautas y medidas. Fueron guionistas y creadores, como los españoles Rodrigo Sorogoyen, Isabel Peña o Ana Rujas, quienes se animaron entonces a manifestar públicamente su preocupación ante “los productos efímeros” o las historias “sin mucha cabeza” que estaban logrando llegar hasta la pantalla.
¿Cómo se llegó a ese punto? Por un lado, la necesidad voraz de contenido de los streamers implicó acelerar procesos para engordar catálogo y cumplir con calendarios de estrenos continuos.
“El exceso de producto empezó a vulgarizar mucho el producto”, afirma José Manuel Lorenzo, presidente de la productora española DLO Producciones (‘El Inmortal’, ‘La caza’), parte de Banijay. “No hay tiempo para detenerse lo suficiente en el cuidado de la historia y de los guiones, ni para formar equipos creativos y técnicos. Y todo eso se ve en el resultado final”.
Pero existe un factor más profundo que varios productores están animándose a sacar a la luz: los equipos de desarrollo de las plataformas.
Así como el algoritmo te propone ver más docuseries deportivas porque te gustó ‘The Last Dance’, también parece haber llevado a los streamers a pedir más de los títulos que les funcionaron.
“Funciona un esquema de haber mezclado A con B, y entonces todos vamos a mezclar A con B. Y perdemos de vista que si ese maridaje funcionó fue porque a lo mejor en ese momento se estaba mezclando C con D. Eso pasa siempre: agotamos la fórmula”, analiza José Ignacio “Chascas” Valenzuela, creador de la serie de Netflix ‘¿Quién mató a Sara?’, que justamente entra en el puñado de historias en español que sí han logrado calar en la audiencia en los últimos años. Podríamos también incluir ahí títulos como la española ‘Veneno’ (Atresplayer), la colombiana ‘Pálpito’ (Netflix) o la argentina ‘Santa Evita’ (Star+).
Para el guionista chileno, el gran desafío hoy es “no engolosinarnos con el éxito”.
Y ese A+B no es una mera manera de hablar. Cada vez más guionistas están alzando la voz en contra de feedbacks impulsados por cuotas o parámetros absurdos.
“Me han llegado a preguntar qué porcentaje de drama y cuánto de comedia tenía mi dramedy, o a decir que mi guion podía tener 2,5 muertes por capítulo. ¡¿Cómo se hace esa media muerte?!”, se pregunta irónico el mexicano Ricardo Coeto, de BTF Media.
Carla González Vargas, CEO de Gato Grande, an MGM Company, añade que la llegada de los streamers a una industria poco desarrollada en Latinoamérica los obligó a buscar ejecutivos en donde fuera, muchas veces en áreas ajenas al contenido o incluso en industrias diferentes. “Yo he visto de primera mano cómo una joya se echa a perder por un mal ejecutivo de desarrollo. Como productor, hoy ruegas que te toque alguien que sabe lo que está haciendo. Ese es el mayor riesgo que tenemos a futuro”.
Sin embargo, un poco por convicción y otro poco por obligación del mercado, parece que los días en que se daba luz verde a proyectos olvidables están llegando a su fin.
“Estamos asistiendo a dos fenómenos”, resume Sydney Borjas, CEO de la agencia de gestión de IPs literarios Scenic Rights, al analizar la parte de obligación. “Una crisis económica global con unos tipos de intereses no vistos en décadas, lo cual hace la inversión más conservadora, y un proceso de fusiones y absorciones que genera nuevas formas de ver en los players. En esta etapa de reacomodo, muchos proyectos sufren. Y la evidencia nos dice que se quiere producir menos y mejor”.
Y los ejecutivos con convicción también existen. “Mi gran preocupación cuando me levanto por la mañana es cómo reinventarnos. Cómo entre todos seguimos haciendo cosas que realmente merezcan la pena”, confiesa Domingo Corral, director de Ficción y Entretenimiento Original de la española Movistar Plus+. “La tentación es seguir haciendo más de lo que te ha salido bien. Pero eso a la larga te conduce a la irrelevancia, si no al fracaso”.
3. Aliarse o morir
Si los streamers van hacia menos, mejor y más relevante, el criterio para que un contenido logre luz verde como original en estos tiempos parece bastante claro: debe ser lo suficientemente poderoso como para atraer y retener suscriptores y, desde hace poco, también anunciantes.
Basta ver varias de las producciones originales iberoamericanas que después de este convulso período han conseguido seguir adelante, con superproducciones de género como ‘Cóyotl’ (Max en México), adaptaciones de best-sellers como ‘Reina roja’ (Prime Video en España) o de grandes clásicos como ‘Ciudad de Dios’ (Max en Brasil), ‘El eternauta’ o ‘Cien años de soledad’ (Netflix en Argentina y Colombia, respectivamente), e incluso big shows de entretenimiento como ‘Operación Triunfo’ (Prime Video en España).
Pero las adquisiciones son una ventana cada vez más abierta en las oficinas de las plataformas, y las productoras y estudios tienen ante sí un tercer gran desafío que se llama escala.
Porque levantar un gran presupuesto requiere de una ingeniería financiera, que en la mayoría de casos encuentra como respuesta las alianzas.
“Sí hemos visto reducciones y consolidación en el mercado, pero vemos que hay un mercado de oportunidad. En Sony hemos estado siempre haciendo codesarrollos y coproducciones, pero ahora vemos que el mercado completo está abocado a colaborar, a hacer proyectos en conjunto”, dice Ana Bond, a cargo de la producción de Sony Pictures Television en Latinoamérica.
“El reto para los productores de contenido es cómo nos financiamos, cómo nos aliamos”, añade el productor colombiano Pedro Dávila. “Tenemos que buscar el soft money, los rebates de otros lugares, pero al mismo tiempo juntarnos con partners de distribución y buen talento para hacer contenidos de una manera eficiente, que puedan viajar y que sí puedan ver la luz en los próximos años, sin tener que esperar a pasar un proceso de original con una plataforma, que sabemos que está frenado”.
Desde enero, Dávila está al frente de Cacao & Cía, nueva joint venture entre la productora española iZen y la latinoamericana Non Stop, creada como evidente respuesta al nuevo panorama. “Es una alianza entre dos grupos para trabajar en equipo. Es el momento de hacer valer las relaciones y las amistades que tenemos entre América Latina y España para trabajar juntos y financiarnos juntos”.
Es que la cara B de esta necesidad de escalar los proyectos es que, así como los contenidos olvidables desaparecerán, también muchas productoras quedarán en el camino.
Como vaticina Carla González Vargas, “en el siguiente año o dos se va a dar una cosa como darwiniana, donde veremos una muerte súbita muy significativa de productoras y solamente sobrevivirán las más fuertes”.
Mientras tanto, parece claro que los productores deben afinar mucho más el foco respecto a qué proyectos desarrollan.
“Se acabó la idea de tener demasiados desarrollos activos. Tienes que elegir con mucho más cuidado”, afirmó en el último Miptv Christian Baute, director de Headline Pictures (‘The Man in the High Castle’).
Sentado en el mismo escenario, Diego Ramírez Schrempp, socio y productor ejecutivo de Dynamo (‘Narcos’, ‘La cabeza de Joaquín Murrieta’), coincidió: “Todos están siendo más selectivos y tú, como productor, también tienes que serlo. Debemos centrarnos en menos proyectos, los más grandes, los que tienen mejores posibilidades. Es bueno para la industria porque es un filtro para los proyectos y productores realmente buenos. Es saludable volver a las bases”.