Con el aumento de las producciones internacionales llegando a España en los últimos años, el país está cambiando su perspectiva de la producción audiovisual desde algo cultural a una verdadera industria, afirma Fernando Victoria de Lecea, presidente de Profilm, aunque considera que se trata de un proceso incipiente que aún necesita quemar etapas.

Creada en 2018, Profilm nuclea al 90% de las productoras que desarrollan proyectos audiovisuales con terceros países en España, y desde ese lugar trabaja por conseguir unas condiciones más favorables para la dinámica de recepción de proyectos extranjeros en el país.
“El problema que hay en España es que la producción audiovisual siempre se ha considerado como algo cultural. Ahora parece que, con la cantidad de producciones que han llegado a España, se está tomando una concepción más industrial o económico-industrial”, dice su presidente.
“Nosotros somos industria y somos cultura en todos los aspectos y, como tales, queremos que se nos trate como una industria cultural y que nos pongan las herramientas jurídicas para poder trabajar”.
En lo que va de año, se han incorporado a Profilm productoras como Bambú Producciones, Filmax y Brutal Media, las cuales crearon a su vez unidades de servicios de producción para atender la demanda internacional en España.
Es que el puntapié inicial para la creación de Profilm fue la puesta en marcha de los incentivos fiscales para la producción audiovisual en España en 2015. Pero mientras que por un lado se comenzaba a estimular al sector con la llegada de producciones internacionales, por otro, como en toda innovación, algunas cosas se encontraban desajustadas.
“Se creó un incentivo, pero luego no había una lista de gasto elegible, no había plazas para devolver el dinero… y esto da inseguridad jurídica. Entonces, en 2018 nos juntamos siete productoras para formar Profilm. Ya sea que hagamos cine o series, lo que tenemos en común es que todas hacemos producción internacional”, explica Victoria de Lecea, a su vez CEO de Meñakoz Films.
Actualmente, Profilm nuclea 17 productoras con el objetivo de asegurar la seguridad jurídica a los usos de incentivos fiscales, en particular en el cumplimento de plazos y montos.
Por ejemplo, si actualmente una productora desea solicitar un incentivo fiscal ante la Hacienda española, debe tener una actividad mínima de cuatro años a nivel local y es susceptible de cualquier tipo de investigación fiscal. Si el incentivo tiene origen en la Comunidad Europea, este requisito se eleva a 10 años. Pero muchas veces, la letra fría del papel cobra vida en nuevas direcciones.
“Si yo hago una película extranjera, recibo un retorno de dos millones de euros de la Hacienda española por el incentivo fiscal, dinero que tengo que devolver a la cultura extranjera. Sin embargo, dos años después puedo recibir una inspección de la Hacienda española y el criterio puede haber cambiado: me dicen que en vez de dos millones me tenía que haber devuelto uno y medio”, ejemplifica el productor.
Este desajuste, que también puede involucrar los plazos de pago o de rendición, está asociado a que “en España no hay un organismo público que gestione la producción internacional”, como es el caso, por ejemplo, del British Film Council en Reino Unido.

En el sector, que según Victoria de Lecea ha permanecido muy desatendido, no hay “ni un solo registro de producciones internacionales en España desde los años 50” y, desde que en 2015 se creó el incentivo, “está exactamente igual”.
“La Spain Film Commission es una agrupación de film commissions regionales y hace un gran trabajo de promoción del territorio. Es fundamental que en el futuro se aproveche todo el trabajo que han hecho, pero se le debe sumar una capacidad de gestionar con otros ministerios, ya sea desde el sector público o desde el privado”, expresa.
Así, se reclama un cambio estructural que incluya la creación de un nuevo organismo que trabaje de la mano con el ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales), “pero que tenga personal y presupuesto acorde a lo que se necesita”.
De esta forma, el fortalecimiento de una asociación como Profilm, que suma cada vez más casas productoras y de servicios de producción -como es el caso de la reciente incorporación de OM&MA-, por un lado responde a ese salto internacional que ha dado la industria española, que pone a las empresas a jugar en ligas mayores; y, por otro, el consecuente impulso que esta realidad le impone a las productoras para organizarse y tener mayor poder de negociación y presencia ante los organismo del Estado que dictan políticas y distribuyen presupuestos.
En ese sentido, el aspecto estructural que menciona el productor es la necesidad de continuar desarrollando el mercado local como garantía ante las demandas internacionales.
“Estamos muy a favor de que en España se promocionen los incentivos fiscales y la producción internacional. Pero, por otro lado, como productores españoles no queremos que se debilite el tejido industrial local. Pensamos que es fundamental desarrollar la producción nacional para que luego salgan productores, técnicos, actores y proveedores con capacidades de nivel internacional”, concluye.