La productora Cimarrón, desde septiembre parte de The Mediapro Studio, es protagonista indiscutida del boom que atraviesa Uruguay como set de rodajes internacionales. Pero también del crecimiento en el contenido original local. “Nos interesa mucho el desarrollo del talento uruguayo“, dice uno de sus socios, Santiago López.
En septiembre de 2023, Cimarrón Cine, la productora de origen uruguayo-argentino que también tiene oficinas en México, fue adquirida por el grupo internacional con sede en Madrid The Mediapro Studio, que confió en el “talento y experiencia” de su equipo como arma clave para la estrategia de expansión internacional del estudio.
“Es un movimiento que nos permitirá generar más oportunidades. En un mercado que está convulsionado, donde los modelos de negocio cambian constantemente, y tener a Mediapro de padrino acelera muchos procesos”, afirma Santiago López, socio de Cimarrón.
La noticia invita a bucear en todo lo realizado por López, pero también por sus otros tres socios, el uruguayo Diego Robino, el argentino Hernán Musaluppi y el uruguayo-mexicano Sandino Saravia, para lograr este exitoso posicionamiento. Es que, con oficinas en tres países y 65 profesionales fijos, Cimarrón produce un promedio de 12 a 14 proyectos por año, entre obras originales y servicios de producción.
“Es una metamorfosis que comenzamos en Argentina en 2018, pensando que era el mercado para crecer. Luego aparecieron los incentivos en Uruguay y pasamos a dar muchos servicios de producción, pero seguimos creando contenidos y entramos en un circuito de internacionalización sumando a México. A todo esto se nos suma esta oportunidad de Mediapro”, agrega López.
Estar en la gala de los Premios Oscar gracias a los servicios de producción brindados para la cinta de Netflix ‘La sociedad de la nieve’, dirigida por J.A. Bayona y nominada como mejor película extranjera, es una perla más en el collar internacional de la productora, que también incluye las series de Amazon ‘Iosi: el espía arrepentido’, ‘Dom’ y ‘Barrabrava’.
Pero Cimarrón no se dedica solo a brindar servicios de producción: “Tratamos de cuidar el contenido original. Nos interesa mucho el desarrollo del talento uruguayo”, advierte López.
¿Queda espacio para el contenido original en medio del aluvión de servicios de producción que vive Uruguay?
Ahora estamos con la producción de ‘Perros’, la ópera prima del director uruguayo Tato Minutti. En 2023, coprodujimos junto a Montelona ‘Un futuro brillante’, la segunda película de Lucía Garibaldi. También tenemos ‘Temas propios’ de Guillermo Rocamora, director con quien venimos trabajando juntos hace tres películas; así como ‘El viento que arrasa’ de Paula Hernández. La comunidad de directores en Uruguay, Argentina y Brasil nos importa mucho. Hay un trabajo muy importante de Hernán Musaluppi y Sandino Saravia en ese proceso.
¿Cómo se hace para manejar cinco rodajes a la vez?
Sin dormir (risas). El organigrama de Cimarrón permite un trabajo encadenado. Tenemos una organización bastante matricial, donde cada proyecto es llevado adelante por un productor de Cimarrón que lo organiza y eso nos da la capacidad de crecer. Cuando te supera la demanda, en Uruguay tratamos de organizarnos para cooperar, aun sabiendo que estamos compitiendo. Tenemos una comunidad local muy sana donde tratamos de generar acuerdos para poder cubrir la demanda.
Cimarrón es un monstruo de dos cabezas. Por un lado, servicios de producción, donde incluimos los servicios para nuestra producción original, que funciona como cliente interno. Por otro, nuestra área de desarrollo, que tiene procesos más lentos, orientados a mantener nuestro sello editorial, a hacer nuestras propias películas, que tienen riesgo artístico, pero a las que también trasladamos algunas demandas del mercado y las plataformas. No tenemos directores on board: somos una productora de productores.
¿Cómo se dio el proceso de internacionalización de la productora?
Yo trabajaba junto a Diego Robino y Charly Gutiérrez en Oriental Films cuando hicimos el primer servicio de producción para la serie de HBO ‘El hipnotizador’. Ahí en Oriental me dan la oportunidad de desarrollar una unidad de negocio dedicada a la producción de contenidos.
En 2014 conocemos a Hernán Musaluppi, con quien coprodujimos ‘El otro hermano’ y ‘El motoarrebatador’. En ese momento, en Uruguay no había herramientas de financiación y en Argentina pasaba totalmente lo contrario, entonces vimos con buenos ojos tener un socio que nos acercara a ese mercado. Unimos fuerzas y armamos Cimarrón, primero en Argentina y después en Uruguay.
Luego yo dejé Oriental, Hernán fue dejando su productora Rizoma y trajo su gran trayectoria de cine de autor. Oriental quedó dedicada especialmente a la publicidad y Diego trajo todo su background de negocios a Cimarrón. Hace tres años, incorporamos a Sandino Saravia para abrir oficinas en México.
¿Por qué México?
Veníamos de hacer la serie ‘Amsterdam’ en México para HBO, donde Sandino trabajó como productor. Abrimos oficinas en México con la serie documental ‘Muxes’ para The Mediapro Studio y luego hicimos la serie ‘Cecilia’ para Oficina Burman, que tuvo pantalla en Paramount. Así quedó armada esa estructura y es el área de crecimiento hacia donde apuntamos.
Sandino, que es uruguayo-mexicano, es un productor muy consolidado, tiene 10 años viviendo y produciendo en México. Nuestra idea nunca fue desembarcar como foráneos: tenemos la tranquilidad de confiar en su experiencia y también en su calidad humana.
Uruguay recibió un número récord de producciones extranjeras en 2021 por ser uno de los pocos mercados en habilitar protocolos de filmación. ¿El éxito actual se debe a la pandemia?
Uruguay tiene una tradición cinematográfica muy importante, con un gran recorrido del cine nacional. Eso ayudó muchísimo. ¿Qué nos faltaba? Poder demostrar los saberes aprendidos, como venía sucediendo en la publicidad, un área que formó mucho y generó un background de infraestructura, técnicos y talento que también ha estado al servicio de la producción nacional. Faltaba un proceso de producción que terminara de formar a más gente en la producción de series y películas, que es una tarea bien distinta.
La pandemia fue la oportunidad, porque encontró una combinación equilibrada de profesionales capacitados y la herramienta de incentivos fiscales garantizada por el Programa Uruguay Audiovisual (PUA). Se generó un crecimiento exponencial del sector, tanto en servicios de producción como en desarrollo de contenido local.
Eso también es un quiebre: Uruguay no solo creció como hub de exportación de servicios de producción, sino que está creciendo mucho en la producción de contenido y películas que tengan recorrido internacional. La gente se va contenta de Uruguay y los directores que están acá se quedan contentos con lo que consiguen hacer.
Uruguay siempre fue difícil a nivel de costos. ¿Está cambiando?
Uruguay tiene algo que es raro, pero que no deja de ser cierto: si consideras los servicios por separado, puede ser más caro. Pero cuando los juntas, es más barato. Hay una cuestión relacionada a la logística, al servicio, la organización de las tareas, que permite ejecutar una producción en menos tiempo que en otros lugares. Por ejemplo, si comparas un crew uruguayo con uno mexicano, acá necesitas menos personas.
Entonces, luego de armar el diseño de producción, termina siendo muy competitivo. La pata que termina de apalancar esa competitividad son los incentivos que ofrece el PUA. Esta es una industria muy financiera. Sin el cash rebate, sería más difícil y la gente no se movería de su casa.
¿Cómo les afecta la situación en Argentina?
Afecta muy negativamente a nuestra dinámica. Venimos produciendo mucho allá, pero en el estado actual es muy complejo. El ataque a las artes, la cultura y el cine en particular es difícil de entender: es absurdo. El cine argentino es muy valorado tanto por los argentinos como en el exterior. Nos afecta en Uruguay porque es nuestro principal socio coproductor. Es un error estratégico para cualquier país dejar de tener una industria audiovisual sólida, más en este momento donde es un atractivo a nivel de inversiones.
Para el caso de un negocio formal y estructurado, la inestabilidad argentina complica los procesos y ya está todo más caro. Le quita muchas oportunidades a Argentina, que a corto plazo quizás vayan a Uruguay, pero como Cono Sur perdemos mucho más, porque Argentina deja de ser un mercado atractivo para el desarrollo de las plataformas y para generar más público. Bajo ningún concepto nos sirve este estado de las cosas en Argentina.
¿Cuánto se profesionalizó el mercado uruguayo en los últimos años?
Creo que Uruguay tiene una de las infraestructuras de filmación más sólidas y más preparadas de la región. Hay un socio estratégico del sector, Musitelli, que garantiza que siempre tengamos lo último en términos de innovación y tecnología para filmar. Además, se han agregado otros socios en el área de posproducción, como Montevideo Assist, y laboratorios en set, como Colour, empresa que está finalizando películas para todo el mundo.
Uruguay tiene una escuela técnica de trabajo incorporada a raíz de mucha publicidad, cine y ahora de muchísimas horas de vuelo de un montón de gente que hace cuatro años que venimos prendiendo cámara sin parar.
Cimarrón tiene un promedio de entre 12 y 14 proyectos por año, de series y películas que no bajan de las cuatro o cinco semanas de rodaje, y algunas de 15 a 20 semanas. Es un acumulado de experiencia en el oficio muy grande y genera una masa crítica de técnicos muy formada que ahora le agregan esta experiencia. La capacidad estaba latente y cuando el mercado explotó, estábamos ahí. Eso ayuda mucho a que todo funcione.