La huelga de guionistas de 2007 propició el nacimiento y auge del género del reality en Estados Unidos. Si se produjera una nueva huelga en 2023, ¿estaría el contenido no guionado en una buena posición para repetir la historia? Por Clive Whittingham.
Channing Dungey, presidenta de Warner Bros. Television Group, dijo en Content London en diciembre que una nueva huelga de guionistas en Estados Unidos es una “amenaza muy real” para 2023.
En 2017 se evitó por poco una huelga y el último paro de cuatro meses se remonta a 2007.
Pero es lo suficientemente reciente como para que la gente recuerde el daño que hizo a la industria. El reconocido showrunner Frank Spotnitz ha sido uno de los grandes nombres de la industria que ha afirmado recientemente que “nadie ganaría” si se produjera otra oleada de huelgas de la WGA (Sindicato de Guionistas de Estados Unidos).
Eso no es necesariamente cierto.
La huelga de guionistas de 2007 ciertamente causó daños -¡la segunda temporada de ‘Friday Night Lights’, Dios mío! – pero también abrió todo un sector de la industria prácticamente nuevo, propiciando el despegue del reality en la TV paga estadounidense.
Los productores y los compradores se deleitaron con un género que presentaba un retorno muy rápido, de enorme volumen, a un costo apenas superior a la cuenta del almuerzo con el que se había cerrado el trato.
Los índices de audiencia de canales como TLC, Bravo, E! y Lifetime se dispararon, lo cual hizo explotar las suscripciones del cable e hizo millonarios a los propietarios de productoras, que vendieron sus empresas construidas a base de seguir con una cámara durante doce de episodios a personajes escandalosos.
También se hicieron multimillonarias estrellas como las Kardashians, independientemente de sus -ejem- habilidades y capacidades, antes de que existieran Instagram, Twitter, TikTok o el término “influencer”.
Así que, huelga de guionistas 2023, no hay problema, haremos más de eso, ¿o no? Será un placer para la audiencia.
O tal vez no.
La fiebre del reality, las imitaciones que vinieron después y los personajes sin talento desesperados por conseguir fama y fortuna como estrellas del reality no sólo dieron lugar a una serie de programas de calidad inferior, sino también a varias polémicas.
Lifetime, por ejemplo, canceló su franquicia ‘Dance Moms’ tras varios escándalos que culminaron en denuncias de racismo.
Así, una industria que buscaba una solución posible a un abrupto parate en la ficción, acabó enfriando rápidamente a la audiencia. Varias franquicias -incluidas las Kardashians y ‘Real Housewives’- han perdurado, pero cientos de otras se quedaron por el camino. Las fronteras entre lo que era “realidad” y lo que no se hicieron cada vez más difusas. La mano de los productores se volvió demasiado presente, incluso para un público estadounidense en general más tolerante a las “licencias dramáticas” de la televisión.
De repente, en las conferencias sobre contenido factual y formatos de aquellos años en Estados Unidos se empezó a oír mucho la palabra “autenticidad”.
Desde entonces, han surgido otros géneros unscripted que se han comido la cuota de mercado del reality, sobre todo el true crime. Con la llegada de los streamers, estos programas se han vuelto más elaborados, más largos, con mayor presupuesto y valores de producción más elevados. Otra de las sesiones de Content London de diciembre se tituló “El auge de los showrunners de documentales”, en la que el sector analizó que cada vez más elementos de la producción de ficción se trasladan a la producción no guionada.
El lado positivo es que esto ha dado lugar a increíbles series documentales, largometrajes documentales y programas no guionados. Ahora es igual de probable encontrar a alguien en el pasillo hablando de ‘El estafador de Tinder’ o ‘No te metas con los gatos’ que de ‘Juego de Tronos’ o ‘The Mandalorian’.
Sin duda, el unscripted sigue siendo más rápido y barato que intentar recrear ‘El señor de los anillos’, pero ya no es tan rápido y barato como antes. Eso podría ser un problema para las cadenas que busquen alternativas para este año en un momento no sólo de posible huelga, sino también de inflación, aumento de los costos de producción, inestabilidad y crisis económica.
¿Qué se pondrá en juego esta vez? Esta es la gran pregunta para los programas unscripted en 2023, en caso de que ocurra una huelga.
El bajo costo, el gran volumen y la rapidez de entrega son puntos a favor de los formatos de game y quiz show. Eso también puede encajar bien con las tendencias en torno al visionado compartido, ya que las familias que se ajustan los pantalones se quedan más en casa y buscan algo que ver, en particular contenido que les haga sentir bien para distraerse de la monotonía de la vida moderna en este momento. ¿O podría tratarse, como la última vez, de algo totalmente nuevo?
Como dijo Churchill, nunca desperdicies una buena crisis.