Mayra Lucas, CEO de Glaz: “La gran diferencia radica en la gestión, no en la creatividad”

Con proyectos en marcha para plataformas como Netflix y Globoplay y oficinas en Brasil y Portugal, la CEO y directora creativa de Glaz Entretenimiento analiza el crecimiento de la compañía, la profesionalización que atraviesa el mercado brasileño y la lucha de los productores para retener más IP.

Mayra Lucas

Glaz Entretenimento es una productora brasileña pero también europea. Por un lado, en Brasil estuvo a cargo de éxitos como el true crime nominado al Emmy ‘O caso Evandro’ (Globosat) o la comedia romántica ‘Esposa de Aluguel’, que en 2022 se metió dentro del top 10 de Netflix a nivel mundial.

Por el otro, es una fiel representante de una generación de productoras brasileñas que, sin dejar de atender a un gigantesco mercado local que muchas veces juega con reglas propias, se atreven a mirar más allá de fronteras para integrarse a la conversación global.

Es por eso que desde hace poco más de un año Glaz abrió su oficina europea en Portugal, que ya le empieza a rendir frutos con sus primeros acuerdos de coproducción.

Tal es el caso de ’17 Khz’, un thriller sobre el cambio climático creado por la productora española Mediacrest a la que Glaz se sumó como coproductora semanas atrás junto a dos players finlandeses: el broadcaster públco YLE y la productora Reelmedia.

Para indagar sobre el veloz crecimiento de la compañía, Cveintiuno conversó con su CEO, Mayra Lucas, tras su regreso desde Goiânia, capital del estado brasileño de Goiás, donde se encontraba supervisando locaciones para el rodaje de la segunda temporada del Globoplay original ‘Rensga Hits’, una “melodramedia” ambientada en el mundo de la música sertaneja.

“Era importante que yo estuviese para transmitirle al equipo de producción la visión creativa del proyecto, que fue creado por Glaz”, explica Lucas, una de Las 100 de Cventiuno gracias a la impresionante racha que lleva la productora en Brasil, que también está detrás de éxitos como ‘De Volta Aos 15’ (Netflix), ‘Um Natal Cheio de Graça’ (Netflix) o la comedia ‘O Cangaceiro do Futuro’ (Netflix).

‘Rensga Hits’ (Globoplay)

Y además de encargarse de la parte creativa, Lucas es también presidenta del consejo directivo de la empresa, que se convirtió en sociedad anónima al asociarse con fondos de inversión en 2014.

Sin embargo, la ejecutiva asegura que llegó al mundo del entretenimiento de casualidad.

“Yo quería ser periodista. Como era de una familia de clase media-baja, tenía la presión de ser la primera que iba a la universidad de mi familia. Y cuando me estaba preparando para entrar, quedé embarazada”, relata.

“Mi historia es una crónica de Brasil. La cultura en Brasil está reservada a la elite. Yo suelo bromear con mis compañeros productores diciéndoles que ellos tienen nombres de calles y avenidas”.

¿Cómo ocurre el salto de Glaz a la escena internacional?

Cuando las producciones brasileñas empezaron a conquistar el mundo, con la explosión de las películas de Leandro Hassum o de contenidos con excelente desempeño internacional en Netflix como ‘Ciudad invisible’ (Prodigo Films) o ‘Buen día, Veronica’ (Zola Filmes), empezamos a ver que no era una cuestión de idioma. Los coreanos y los españoles lo demuestran hace muchos años y tienen mucho para enseñarnos en cuanto a escalar en el mercado internacional. En ese momento decidimos que necesitábamos internacionalizarnos.

Al pensar en la mejor forma de hacerlo, nos planteamos coproducir. Pero como las coproducciones en Brasil normalmente son ancladas en incentivos fiscales y están orientadas a públicos de festivales, vimos que no era parte de nuestro ADN, que es más comercial.

Entonces pasamos a mapear territorios internacionales y de plano descartamos Estados Unidos por ser un mercado gigante y ya consolidado. Como ya habíamos coproducido en Portugal, sabíamos que es un mercado con pocas productoras para atender el mercado de streaming, además de contar con nuestro mismo idioma, una legislación parecida a Brasil y un cash rebate estructurado anualmente. Decidimos abrir una oficina en Portugal y creamos una empresa europea, que es la base de nuestra operación internacional. Obviamente, los socios se sienten más seguros en trabajar con una empresa constituida bajo la legislación de la Unión Europea que de Brasil, que es tradicionalmente muy insegura.

¿Qué resultados han tenido en Europa hasta la fecha?

Gracias al trabajo de Carolina Alckmin, encargada de nuestra operación internacional, ya tenemos proyectos en desarrollo con varios socios y esperamos tener aprobaciones en el corto plazo para producir directamente desde Europa. Tenemos en marcha proyectos como ’17 Khz’, una coproducción con las finlandesas YLE y Reelmedia, junto a la española Mediacrest. Es un modelo que presenta un gap financing interesante que buscamos parcialmente en Brasil y parcialmente en Europa, orientado a proyectos en inglés o español y basado en integrar canales en distintos países para componer el pool de financiamiento. También tenemos una alianza de coproducción con la portuguesa Coral para proyectos en portugués entre Brasil y Portugal, con venta directa para streaming directo. Es un modelo más local.

’17 Khz’

¿En general son proyectos de ustedes?

En el caso de ’17 Khz’ es un proyecto de la productora Mediacrest que llega a nosotros. Con Coral tenemos uno nuestro y uno de ellos. Hay otro proyecto que aún no puedo anunciar que es nuestro, en asociación con una productora de lengua inglesa, por lo cual varía un poco. Buscamos proyectos interesantes activamente en el mercado que veamos potencial para desarrollar juntos.

¿Qué modelos exploran?

Hoy en día, la exhibición está atada al financiamiento. En Brasil, sabemos que hay más chance de obtener apoyo del Fondo Sectorial Audiovisual (FSA) de la Agencia Nacional de Cine (Ancine) si incluimos una distribuidora en el proyecto, por lo cual la venta internacional ya está definida desde el principio. Ya en proyectos como ’17 Khz’, sabemos que precisaremos por lo menos cuatro o cinco canales que inviertan en el desarrollo a cambio de los derechos de exhibición.

Lo que cambia es que, cuando hacíamos proyectos con el apoyo del estado brasileño a través del FSA, teníamos derecho al RLP [“ganancia líquida del productor”, por su sigla en portugués] que nos daba acceso a una pequeña parte de los derechos sobre la venta. Aunque era algo pequeño, contábamos con una parte del lucro que se refleja en el catálogo. Es una discusión parecida a la huelga de guionistas de Estados Unidos. Si mañana Glaz cierra, es el capital de la empresa que continúa vendiéndose. Actualmente, lo que hacemos es “vender el almuerzo para pagar la cena”: los proyectos se financian, se cobran las tarifas de servicio y parte de las ganancias se distribuyen entre los socios, todo eso está muy bien. Pero no tienes un patrimonio. Si, por ejemplo Netflix, decide vender ‘Esposas de alquiler’ a 300 países… a nosotros no nos llega nada.

Pero actualmente los streamers están más flexibles con eso. ¿O no?

Se han puesto más flexibles en pagar un flat fee por la creación del proyecto, no solo la tarifa de producción, que es un valor fijo de diez por ciento. Anteriormente se aplicaba una única tarifa, no importaba si nosotros brindábamos servicios de producción a un proyecto desarrollado por ellos, o si era un contenido propio desarrollado internamente a lo largo de cinco años, con inversiones propias en guiones que pueden ascender a US$ 200.000 antes de la venta. Eso es lo que está cambiando, porque solo producir da mucho menos trabajo que crear, desarrollar, ser la responsable creativa del proyecto. Es un trabajo adicional que no está incluido en la tarifa de 10% de los servicios de producción.

‘De Volta Aos 15’ (Netflix)

El tema de incluir a las productoras en los derechos patrimoniales se está discutiendo actualmente en Brasil. ¿Ves posible que se implemente?

Es lo que está sucediendo en el mundo. Argentina ya lo aprobó en primera instancia, Francia también tiene el modelo de permitir la explotación libre de los derechos durante siete años y luego los derechos parciales vuelven al productor. Puede definirse un porcentaje de derechos patrimoniales o puede ser, como en Francia, en base al desempeño. Si un canal o distribuidora hizo una inversión de US$ 6 millones, es obvio que debe tener una ganancia. El problema es que es una ganancia para siempre, no importa si fue un fracaso rotundo o un éxito rotundo. Por eso, tiene sentido premiar el desempeño. Hay algo de eso en los planteos de los productores.

Es necesario discutirlo, porque hay cuestiones muy específicas que son propias del streaming, que es distinto del cine, donde el desempeño se mide en taquilla y el cálculo es muy claro. En cambio, es imposible definir la incidencia de un único título en la facturación de Netflix Brasil, por ejemplo. Hay que conversar y llegar a un modelo que, aunque pueda no ser el ideal para todos, logre no ser pésimo para una de las partes. Hay formas de remunerar la propiedad intelectual. Creo que no tenemos por qué ser radicales, pero sabemos que el mundo se encamina hacia una solución.

¿Qué otros movimientos ves en el mercado audiovisual?

Creo que hay algunos movimientos muy claros. Primero, hay cada vez más fusiones y eso implica que la fragmentación del mercado tiende a reducirse: ya no habrá 50 productoras del mismo tamaño, porque las compañías necesitan crecer.

El otro movimiento que veo es el de grandes conglomerados de productoras que llegarán a Brasil a comprar empresas brasileñas, como ya sucedió con A Fábrica por parte de Banijay y con Floresta por parte de Sony. Es inevitable, porque el mercado brasileño tiene 210 millones de personas, es el segundo mayor mercado de Netflix. Supe hace poco que también es el segundo mayor mercado de Apple TV+, que ni siquiera tiene producciones brasileñas. Es extremadamente valioso por sí solo como mercado. Claro, actualmente nos estamos recuperando de la pandemia, tenemos inflación, pero ni bien el país tenga una mejoría financiera real de la gente, la base de Netflix, que son 10-12 millones, puede saltar a 50 millones. Es mucha gente y es un mercado muy importante en el mundo.

‘Esposa de Aluguel’ (Netflix)

La productora tiene bastante experiencia en cine, pero rápidamente se convirtió en una gran socia del mercado del streaming. ¿Qué ven las grandes plataformas en una compañía como Glaz?

Tenemos el perfil de crear nuestros propios proyectos. Ya trabajábamos con Warner, Turner, canales brasileños como Cine Brasil TV o Canal Brasil. También habíamos hecho una serie en coproducción con Globo, la comedia ‘Cine Holliúdy’, que fue un gran éxito. Desde 2012, implementamos un núcleo de creación que nos permitió crear un catálogo robusto. Cuando en 2019 Netflix llegó con fuerza con mucha necesidad de producir, cuando Globoplay se abrió a las productoras independientes de manera sistemática, lo mismo que HBO, ya contábamos con un catálogo que incluía propuestas con talentos y basados en IPs. Entonces vendimos seis proyectos de una sola vez. Pasamos de hacer tres proyectos por año a entre seis y ocho producciones anuales, fue un crecimiento exponencial. Al mismo tiempo, tuvimos que aprender a atender al segmento del streaming, porque una plataforma de streaming es un socio, pero también es un cliente.

¿Qué cambió con la llegada de estos nuevos socios?

Todo. Son producciones dentro del modelo estadounidense: mayores presupuestos, responsabilidades, inputs creativos. Por ejemplo, cuando empezamos con la primera temporada de ‘De volta aos 15’, el equipo de Netflix nos sorprendió con una investigación increíble para el público objetivo de la serie. Este tipo de aspectos aportan mucho al profesionalismo, ya que antes trabajábamos mucho en base a nuestra intuición. Es más caro, da más trabajo, pero también es más interesante. Pasamos de un equipo de 18 a 45 personas, lo cual implica profesionalizar la atención a socios y clientes, las áreas de IT y jurídica… La gran diferencia radica en la gestión, no en la creatividad.

Sebastián Torterola 21-08-2023 ©cveintiuno

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