Una copia filtrada del plan de Jon Voight para revitalizar Hollywood aporta nuevo contexto sobre cómo Donald Trump llegó a publicar su explosivo mensaje sobre imponer aranceles. Y sus propuestas han abierto interesantes debates.
Intentar entender y analizar las tácticas en las publicaciones de Trump en redes sociales puede parecer una causa perdida.
Pero la secuencia de hechos que llevó al presidente estadounidense a postear, a las 19:18 horas (ET) del domingo que impondría aranceles del 100% a “cualquier y toda película que entre a nuestro país y haya sido producida en tierras extranjeras” parece haber quedado clara.

Durante el fin de semana, el actor Jon Voight, uno de los embajadores especiales de Trump para Hollywood, presentó en el resort Mar-a-Lago un plan para reactivar la producción en Estados Unidos.
Al momento de la publicación del presidente, había pocos detalles sobre qué exactamente decía este plan.
Pero unas 48 horas más tarde, el borrador del documento se filtró, arrojando nueva luz sobre cómo Trump llegó al mensaje en Truth Social que desató el caos en la industria global.
Voight, junto a su socio productor Steven Paul y el presidente de SP Media Group, Scott Karol, ha estado reuniéndose en los últimos meses con sindicatos, gremios y otras figuras clave del sector para comprender mejor los problemas que atraviesa la producción estadounidense.
Y si bien el documento sí contempla aranceles a las “runaway productions”, estos son apenas una de varias medidas que incluye el informe de cinco páginas. Todo indica que Trump -cuya política comercial en este segundo mandato gira en torno a los aranceles- se quedó con esa parte y la llevó a sus redes sociales, dejando fuera otros puntos más complejos de explicar o comprender.
Las propuestas principales incluyen la implementación de un crédito fiscal federal; aranceles a las producciones que “podrían haberse hecho en Estados Unidos” pero optaron por rodar en el extranjero; la firma de tratados internacionales de coproducción; y el regreso de la regla FIN-SYN, que antes impedía a las cadenas ser dueñas de los programas que emitían.
Muchos en Hollywood tomaron con sorna el nombramiento de Voight como embajador especial junto a Sylvester Stallone y Mel Gibson, tres simpatizantes del Partido Republicano y amigos de Trump que no parecen estar particularmente conectados con el funcionamiento de la industria en 2025.

De hecho, muchos opinan en privado que las propuestas de Voight, en conjunto, son irrealizables, mientras que otros creen que todo es una pose y que Trump pronto pasará a otra cosa.
Sin embargo, también hay quienes ven en algunas de las ideas un punto de partida interesante.
Es que la industria estadounidense debe afrontar una verdad incómoda: ¿y si el plan de Voight, por inacabado que sea, resulta atractivo? ¿Y si al menos sirve para reabrir conversaciones clave que puedan ayudar a reactivar al sector?

La primera propuesta es crear un tax credit federal “acumulable y transferible” que sume un 10% base a cualquier incentivo disponible a nivel estatal. Incentivos adicionales del 5% al 10% se aplicarían a producciones en zonas “económicamente deprimidas” y a proyectos independientes por debajo de cierto presupuesto.
Para calificar, al menos el 75% de la producción y posproducción debe realizarse en Estados Unidos, y el proyecto debe pasar una “prueba cultural” estadounidense, inspirada en el modelo británico.
Aunque Voight no puso una cifra concreta al incentivo federal, el gobernador de California, Gavin Newsom, sugirió esta semana que un total anual de US$ 7.500 millones podría alcanzar para repatriar producciones estadounidenses.
La idea, evidentemente, tendría un fuerte apoyo tanto en California como en el resto del país. “Sería lo más grande que le ha pasado a Hollywood. Sería magia para todos aquí”, dijo a C21 un agente con base en Los Ángeles.
Así, si algo positivo salió del caos de esta semana, es que se está cristalizando el apoyo a la creación de un crédito fiscal federal para el sector. Por supuesto, implementarlo sería sumamente complejo y podría llevar años. Pero es una idea que ha circulado en el pasado, y hay grupos que llevan años trabajando entre bambalinas para lograrlo.
A corto plazo, sin embargo, la incertidumbre que generó el posteo inicial de Trump es palpable. Consultado sobre si productores y estudios estadounidenses están frenando sus planes de producción internacional para 2026, 2027 y 2028, el mismo agente respondió: “Cien por ciento. Varias personas me han dicho que sí. Es que ahora mismo tienes que frenar, porque no sabes si te van a cobrar un arancel”.

Según muchos en la industria el Festival de Cannes será un buen termómetro del nivel de miedo que hay en el mercado tras los dichos de Trump. “Si las ventas son flojas, si la gente no compra, va a ser una señal de preocupación”, dijo a C21 un ejecutivo que trabaja tanto en cine como TV para un estudio estadounidense con presencia global.
En cuanto a los aranceles, el documento de Voight dice que si una película o serie estadounidense “podría haberse producido en Estados Unidos” pero decide ir al extranjero solo para obtener un crédito fiscal, enfrentará un arancel equivalente al 120% del incentivo extranjero recibido.
“No se trata de un castigo, sino de un paso necesario para nivelar el terreno de juego, sin caer en una carrera sin fin por el incentivo más alto”, afirma el texto.
Hay muchas dudas en todo esto. Pero, hipotéticamente, si Estados Unidos implementara un incentivo federal -con lo cual habría miles de millones de dólares adicionales para producciones locales- y al mismo tiempo arancelara a las producciones que antes emigraban, el impacto sería enorme para Canadá, Reino Unido y Australia, que se han convertido en hubs clave de series y películas estadounidenses gracias a sus programas de incentivos.
A corto plazo también, el posteo de Trump “ralentizará las decisiones de producción relacionadas con venir a Canadá, que es lo que él busca”, dijo un abogado de entretenimiento con base en Canadá, sugiriendo que el presidente busca ganar poder de negociación frente al nuevo primer ministro Mark Carney, con quien se reunió esta semana.
El impacto a largo plazo podría ser aún más perjudicial si Trump logra su objetivo de repatriar la producción.
Una de las mayores dudas sobre la propuesta de aranceles de Voight es cómo se define si una producción “podría haberse hecho en Estados Unidos”. David Hancock, analista jefe de medios y entretenimiento de Omdia, explicó que las “runaways naturales” (proyectos que se ruedan en el extranjero por razones de autenticidad) podrían quedar exentas, mientras que las “runaways artificiales” (que solo buscan beneficios fiscales) no.
Esto también permitiría que los servicios de streaming, que tienen operaciones y centros de comisiones en todo el mundo, continúen produciendo sin demasiadas interrupciones.
“También implicaría que las producciones realizadas en el extranjero por filiales locales de estudios o plataformas, con productoras locales y en idioma extranjero, podrían no estar sujetas al arancel”, dijo Hancock en LinkedIn.
Quizás la propuesta más polémica sea la reintroducción de la regla FIN-SYN (de Interés Financiero y Distribución, por sus palabras en inglés), que hasta mediados de los 90 impedía que las cadenas fueran dueñas de las series que emitían, asegurando así que productores y creadores conservaran la propiedad de sus IPs.
Además de volver a aplicarla a las cadenas de TV abierta, el documento propone adaptarla a la era del streaming.
En el caso de una adquisición global, Voight sugiere que la plataforma pague al productor una “prima mínima garantizada” igual al costo total de producción, con una escala según la duración de la exclusividad. Por una licencia exclusiva de cinco años, el streamer pagaría un 25% extra; por siete años, un 35%; y por 10 años, un 40%. Finalizado ese período, el productor retendría los derechos bajo una licencia no exclusiva.
Si la plataforma adquiere solo algunos derechos globales, el productor podría cofinanciar y coproducir con ella. Además, conservaría los derechos de remakes, spin-offs y derivados.
“Es imposible exagerar lo transformador que sería esto para la industria estadounidense si se implementa y se hace cumplir correctamente”, dijo el abogado Simon Pulman en LinkedIn.
Si esta idea avanza en serio, es probable que estudios y plataformas la combatan con todo. Después de todo, la propiedad intelectual es un pilar fundamental de su modelo de negocio, tanto en streaming como históricamente en el cine.