Con proyectos en marcha con Apple TV+, AMC, Exile, Gaumont y Bad Robot, Lucía Puenzo es hoy una de las creadoras más demandadas de la TV latinoamericana y una de Los 100 de Cveinituno. Según la directora argentina América Latina está a punto de dar el gran salto internacional con sus ficciones.
Lucía Puenzo no se define ni como directora, ni como guionista ni como escritora. Es las tres cosas a la vez. “Por suerte ya no tengo que elegir”, afirma la creadora argentina, que con seis novelas publicadas y más de 11 películas estrenadas entre sus créditos como directora o guionista, es hoy reconocida en cualquiera de las tres disciplinas.
Y eso sin contar su experiencia en el mundo de la televisión, medio en el que inició su carrera a los 19 años de la mano de Sebastián Borensztein en ‘Tiempo final’ (Telefe, 2000) y que la tiene posicionada hoy como una de las grandes firmas creativas de América Latina junto a un selecto puñado de nombres como los de “Chaschas” Valenzuela, Leonardo Padrón o Manolo Caro.
Es que, de la mano de producciones como ‘La jauría’ (Amazon Prime Video) o ‘Señorita 89’ (Lionsgate+), Puenzo se ha convertido hoy en una de las guionistas y directoras más demandas de la región. Y también fuera de ella.
Tanto es así, que hoy tiene proyectos en marcha con compañías como Exile, Gaumont, AMC, Apple o Bad Robot, tanto en inglés como en español.
Con la productora estadounidense Bad Robot de J.J. Abrams, por ejemplo, está trabajando en la adaptación de la novela ‘The Road’, de Cormac McCarthy. Con Apple TV+ está adaptando la novela ‘Ballerina’, que se filmará en la ópera de París. Y con AMC trabaja en la serie ‘Land’ junto al productor Mark Johnson (‘Breaking Bad’, ‘Better Call Saul’) sobre la pérdida de soberanía en las tierras de la Patagonia, una idea cocreada junto a su hermano Nico Puenzo.
“Casi todos son proyectos en inglés, escritos en inglés y para ser filmados en inglés”, detalla Puenzo, que por trayectoria y un impresionante presente a nivel creativo es una de Los 100 de Cveinituno.
En la región, además de la segunda temporada de ‘Señorita 89’, que estrenará en noviembre a través de Lionsgate+, la argentina desarrolla junto a Exile y la productora alemana Komplizen Film la serie ‘Nahual’, sobre un grupo de activistas que deciden robar arte prehispánico de los museos europeos para devolverlos a Latinoamérica.
Con Gaumont, en tanto, trabaja en dos proyectos: una serie latinoamericana sobre un pasaje de la vida de la fotógrafa italiana Tina Modotti y la serie ‘Futuro desierto’, que se filmará en México y que aborda el tema de la inteligencia artificial (IA).
“La empezamos a escribir junto con Leonel D’Agostino y César Sodero hace ya como cuatro años, cuando todos nos decían que la IA no le interesaba a nadie. Pero decíamos, ¡eso se viene! ¡Es el tema con el que hay que meterse! Hoy, que todo el mundo habla de esto, me gustaría estarla estrenando, no filmándola”, dice.
Escrita de la mano de ingenieros del MIT Media Lab, y originalmente pensada para ambientarse en la Patagonia, la serie explorará la relación entre máquinas y humanos. “Sin dudas esto va a ocurrir muy pronto y traerá consecuencias. Pero no es una serie dentro del subgénero de Humans vs. Androids, que es el lugar más común, sino que explora qué nos pasa a nosotros con ese otro, que en el pasado era un inmigrante o una minoría sexual, y ahora es una máquina. Tiene que ver más con los humanos que con las máquinas”.
Como si no fuese suficiente, a estos proyectos se suman un desarrollo junto a la productora estadounidense Media Res (‘The Morning Show’) y la guionista mexicana María Rene Prudencio sobre la historia del fundador de Televisa, Emilio “El Tigre” Azcárraga, y un guion basado en una noticia que emergió meses atrás, todo mientras termina de editar ‘Los impactados’, su última película que contó con producción de Mark Johnson, y la segunda temporada de ‘Señorita 89’.
Tu padre, Luis Puenzo, ganó el Oscar por ‘La historia oficial’. ¿Te pesó alguna vez ser la hija de…?
En mi casa crecimos acompañando a los rodajes a mi papá y a mi mamá, que era su jefa de locaciones. Vivimos en México y en varias ciudades, siempre acompañando sus producciones. Entonces, el cine siempre lo tuvimos, literalmente, metido en nuestra casa. ‘La historia oficial’ mi padre la filmó en la casa de nuestra infancia y los técnicos de sus películas, que eran además sus amigos, fueron nuestros tíos postizos. Desde los 11 o 12 años ya nos daban tareas en sus equipos. Somos cuatro hermanos y todos hacemos cine. Eso habla de cómo fue crecer en esta familia. Realmente el cine está metido en nuestras vidas, mucho más que el peso del apellido.
Comenzaste tu carrera en el cine independiente y ahora te has convertido en una de las creadoras más activas de la TV. ¿Con cuál te quedas hoy?
Te diría que con el cine, que estoy haciendo mucha fuerza para hacerle un espacio en mi vida dentro de esta vorágine y maratón que son las series. Hace cinco años me llamaron los hermanos Larraín para empezar a trabajar juntos con Fabula y a partir de eso vino esta cosa imparable que pasó con las series en América Latina.
Las series latinoamericanas son muy parecidas a nuestras películas. Yo las escribo, las edito y tengo mucho control sobre la historia. Pero son maratones de dos años que no dan espacio para nada más. Por eso hablé con los productores para que me ayudaran a hacerle lugar al cine, y los últimos dos años sí pude filmar ‘La caída’ y ‘Los impactados’. Y este año tengo otro proyecto, pero es a fuerza de hacerle espacio, si no, naturalmente no ocurriría.
¿Dónde te posicionas con respecto al estreno de las películas directamente en plataformas?
Hay una permanente transformación que sigue, y creo que estamos todos intentando entender hacia dónde va y cómo va a ser ahora. Yo filmé ‘XXY ‘en 2006 y en aquella época todavía coproducíamos con Europa mayoritariamente. Luego comenzamos a coproducir con América Latina y en los últimos cuatro o cinco años la coproducción es con plataformas, que trae consigo cuestiones de exhibición como tener ventanas cinematográficas nulas o muy cortas.
Creo que todos los directores, que muchas veces somos nuestros propios productores, estamos intentando entender cómo es el modelo, qué vidas queremos para nuestras películas y qué posibilidades hay para que esas vidas se estiren un poco antes de ser vistas en plataformas, con todo lo bueno que tiene la cantidad de gente que las puede encontrar ahí.
En el caso de ‘Los impactados’ quise volver a un modelo de no tener la plataforma a bordo hasta que la película no se estrene y pase por cines.
Una serie “creada por…” es una marca que no abunda hoy en América Latina. Tú nombre es uno de los pocos que llegó a ese nivel. ¿Hay que darles más valor a los creadores?
Creo que es algo que de a poquito está ocurriendo y es como darle señales al que está del otro lado de por dónde está lo que va a ver. Yo en ese sentido lo cuido mucho. No me involucro en un proyecto si sé que no voy a poder mantener las riendas hasta el final. Porque sí creo que un valor que tenemos que cuidar es nuestro nombre, qué hacemos, con qué proyectos se nos asocia. Si siento que no voy a poder tener esa seguridad, prefiero rechazar. Está bueno que en América Latina algunos nombres empiecen a tener ese peso.
Si bien la ficción en América Latina viene creciendo, aún no hemos tenido un “momento ‘La casa de papel’”. ¿Qué nos falta?
Creo que es cuestión de tiempo. Pero hay que entender que hoy competimos de igual a igual con series de todo el mundo, pero con mucho menos presupuesto. ‘La jauría’, por ejemplo, es una serie de US$ 300.000 y cuatro días de rodaje por episodio, con producción a capítulo abierto. Y cuando se estrenó, tuvo enfrente a tanques internacionales que ruedan un episodio en 25 días. Pero no nos da miedo.
El lema de mi escuela de cine era ‘lo atamos con alambre’. Así hicimos nuestras primeras películas. Nuestra base es un cine pobre y lo digo con orgullo. Pero lo que ha pasado con las series latinoamericanas en los últimos años es muy meritorio. Viajan cada vez más, se acepta nuestro idioma. Eso es una conquista. Y ahora estamos aprendiendo a manejar equipos más grandes, tener mejores condiciones. Yo creo que es paso a paso, pero ni siquiera creo que nos tiene que preocupar, eso es una cuestión de mercado.
¿Como industria tenemos que mejorar algunos procesos?
En cada serie aprendemos muchísimo, a todo nivel, y ese método se va expandiendo. Las series en Latinoamérica tendrán seis o siete años en este nivel. Eso no es nada. Entonces ya los métodos se van perfeccionando y cada equipo encontrará el que mejor le funciona.
Ya se está viendo un bajón en el número de series encargadas a cambio de proyectos más ambiciosos. Como creadora, ¿cómo ves esta situación?
El mercado vive fluctuaciones que van de excesos de proyectos a limpiezas feroces que detienen la industria y luego se reactiva de nuevo. Creo que se va a producir menos durante un año y pico, pero en Latinoamérica se van a seguir haciendo muchas series.
Pasó algo muy similar con nuestro cine. Dudo que todo esto golpeé a las series muy independientes. Al igual que el cine muy independiente, esas se van a seguir haciendo. Y las muy grandes también se van a seguir haciendo. Probablemente lo más golpeado, al igual que pasó con nuestro cine, es esa franja media de series. Va a haber un freno en cierto presupuesto medio de series y se van a seguir haciendo series grandes y muchas indies, muy valiosas, que es donde aparecen las voces nuevas, lo disruptivo, los lenguajes nuevos.
¿Qué te preocupa hoy como creadora y dónde ves oportunidades?
Creo que estamos elevando la calidad de nuestras series y nuestros relatos en muy pocos años, y que Latinoamérica está ya conectada por un tejido creativo cada vez más aceitado y tendiendo lazos hacia España. Es algo que ya ocurrió en la literatura, en el cine, y que ahora pasa en nuestras series. Hay mucha movilidad y eso es algo para celebrar.
Una preocupación mía, como argentina, es que yo quiero traerme series para la Argentina. Para mí no es menor haber escrito cinco versiones de una serie excelente en Patagonia y tener que filmarla en México. Y lo entiendo. Entiendo los motivos en toda su dimensión, pero sigo queriendo que Argentina sea un lugar donde vengan series y cine. No me parece menor que tenga que filmar en México.
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