Tras una larga trayectoria en el mundo de la telenovela, Leonardo Padrón revolucionó las series premium en América Latina con su original para Netflix, ‘Pálpito’, que acaba de comenzar el rodaje de su segunda temporada. El éxito de la serie y la incipiente creación de un nuevo estilo narrativo en la región colocan a Padrón como uno de los líderes creativos de Los 100 de Cveintiuno.
En enero del 2020 Leonardo Padrón caminaba por las calles de Madrid. Sus hijos se estaban instalando en la ciudad y él había viajado a la capital española para ayudarlos. Unos días antes, en Miami, Padrón había recibido una llamada tan sorprendente como inesperada: Netflix quería que creara una historia original para ellos. Si bien aceptó el encargo, pidió un tiempo para proponerles algo. Y, en medio de esa caminata, la idea apareció.
La idea, por supuesto, era ‘Pálpito’. Y lo que vino después ya es historia. ‘Pálpito’ es una de las series originales de Netflix más populares de lo que va del año, con millones de horas de consumo en territorios tan diversos como Estados Unidos, Alemania, Francia, España, Holanda, Sudáfrica o hasta Kenia, además de prácticamente todos los países de América Latina.
‘Pálpito’, que acaba de comenzar el rodaje de su segunda temporada en Estambul, se coloca además junto con ‘¿Quién mató a Sara?’ como un caso paradigmático de nueva narrativa latinoamericana, combinando elementos tradicionales del melodrama con el thriller y la serie premium. Una combinación que está demostrando ser adictiva en todo el mundo y que coloca a América Latina a las puertas de un nuevo sello propio.
‘Pálpito’ es tu primer proyecto en este rubro de las series. ¿Cómo la definirías? Mucho se ha dicho que la serie toma elementos del melodrama…
Es una historia de amor en clave de thriller. Así la defino. Y eso de alguna manera retrata la fusión de géneros que tiene ‘Pálpito’. Sin dudas hay ahí algunas herramientas del melodrama, porque es un género que conozco muchísimo. Llevo mucho tiempo haciendo historias de amores imposibles para la televisión. Y algo de ese kilometraje me parecía interesante ponerlo sobre la mesa. Pero toda la vida también me ha gustado el thriller como espectador. Entonces, lo que me planteé fue escribir un argumento que amalgamara esas dos cosas y las pusiera en la misma mesa.
‘¿Quién mató a Sara?’ es otro ejemplo de un thriller con elementos de melodrama y tal como ‘Pálpito’ también ha funcionado muy bien a nivel internacional. ¿Encontramos en América Latina al fin un estilo propio en el mundo de las series?
En buena medida, sí. Siempre me acuerdo del dramaturgo venezolano José Ignacio Cabrujas, que decía que Latinoamérica había inventado el género de la telenovela porque los latinoamericanos tenemos menos pudor en mostrar nuestras emociones. Somos más proclives al show del sentimiento, que de alguna manera es una telenovela. Pero, fíjate, ¿que si lo hice conscientemente o no en ‘Pálpito’? La verdad es que no. Lo que podría definir las gotas de melodrama que tiene ‘Pálpito’ es que básicamente hay una historia de amor que tiene un obstáculo descomunal: tú tienes dentro de ti el corazón de mi esposa. Pero eso también tiene un factor metafísico, esotérico y hasta poético. Es un hombre enamorándose dos veces del mismo corazón.
Entonces, yo sé que a veces el género del melodrama destila mala reputación, porque a lo largo de su historia ha habido productos de no tan buena estofa, de acabados más burdos, con personajes maniqueos, muy simplistas. Pero yo creo que el melodrama per se es inmensamente poderoso. Entonces, quizás, efectivamente, podríamos estar asomándonos a una manera de contar historias en streaming por parte de Latinoamérica con un sello propio. Y eso me parece inmensamente atractivo.
Y en ese sentido, ¿es este el futuro de la telenovela? ¿Diría que el género está protagonizando un revival?
Sí, yo creo que efectivamente. Recuerdo cuando los profetas del desastre anunciaban con trompetas de entusiasmo la muerte de la telenovela. Te confieso que yo siempre pensé que eso no iba a ser así del todo. Los seres humanos en general se conectan muchísimo con historias donde el lenguaje de las emociones tiene inmensa prevalencia. Te puede gustar muchísimo una historia de ciencia ficción, de acción trepidante, un thriller puro, de suspenso, misterio o asesinato. Pero todo ser humano reacciona favorablemente cuando le cuentas una gran historia de amor. Creo además que ese revival está sucediendo porque la llegada del streaming ha hecho elevar el nivel del lenguaje audiovisual. Ahora tenemos más valores de producción, hemos incorporado el lenguaje del cine y la literatura a los códigos narrativos de la televisión y te das cuenta por ejemplo con los manejos de las elipsis del tiempo, los flashbacks, los subtextos narrativos. Todo eso está generando una narrativa más rica, más compleja, más sutil, más elaborada y por lo tanto son productos que están redimensionando el melodrama. Y creo que eso hay que aplaudirlo.
¿Dirías que Pálpito abre el abanico en cuanto a las historias que se pueden contar en América Latina y que pueden tener resonancia global más allá del narcotráfico?
Latinoamérica está repleta de historias. Seguimos siendo nuevo mundo, seguimos teniendo una mirada muy nuestra y distinta sobre el mundo, las relaciones amorosas, las relaciones con el poder y las relaciones mismas que tenemos con nuestro entorno. En Latinoamérica nació el realismo mágico y lo real maravilloso, que no es poca cosa. Entonces yo sí creo que tenemos muchas cosas que contar. Por ejemplo, esta tragedia inmensa que están viviendo ahorita Centroamérica y Venezuela con esta dolorosa y masiva emigración. Los creadores tenemos el compromiso de decodificar en algún momento estas historias, porque es una realidad muy cara para el siglo XXI. Temáticamente hablando yo sí que me había planteado no reincidir en el tema del narcotráfico, porque me parece que ya se ha explorado hasta la exasperación. Claro que todo depende de lo poderosa que sea la historia y es verdad que esos cuentos generan su atractivo. Pero en lo particular yo quería abordar otra temática.
Desde su estreno, ‘Pálpito’ acumula millones de horas de visionado y aparece semana a semana en los rankings Top 10 de Netflix. ¿Qué significan estas cifras para ti? ¿Te generan alguna presión?
En principio me generan una perplejidad absoluta, porque son cifras abismales, tremendas, impensables. Son cifras maravillosamente escalofriantes. Pero sí, a mí te confieso que me sorprendió muchísimo que ‘Pálpito’ llegara a ser primer lugar en Alemania, Francia, Polonia, los Países Nórdicos, Sudáfrica o en algunos países de Medio Oriente. Son latitudes que no están contempladas en tus expectativas. Yo pensaba que podía funcionar medianamente bien en Latinoamérica por razones obvias, pero cuando empecé a ver, y cuando los ejecutivos de Netflix me empezaron a contar las cifras, no lo podía creer. Efectivamente aquí hubo algo que hizo clic con la gente y por supuesto genera un compromiso. Pero en principio aún estoy celebrando más la fiesta que el susto por el compromiso futuro con respecto a su segunda temporada.
¿La serie siempre estuvo pensada para más de una temporada?
Netflix en ese sentido juega con los dados de la honestidad, porque ellos no te garantizan, ni a ti ni a la audiencia, que vaya a haber una segunda temporada. Eso va a depender de la resonancia que tenga, de cómo sea recibida por el público. Entonces a mí me dijeron: ‘Mira, cierra los conflictos principales que se traten en la historia. Que en el capítulo 14 se haya resuelto la historia principal, pero que de alguna manera quede una pequeña rendija de posibilidad para una segunda temporada’. Y eso fue lo que hice. Quizás, incluso, en un pequeño pellizco de optimismo, hice que la rendija fuese un poquito más grande por si acaso pasaba. Pero creo que fue muy sano escribirla así, como si no hubiera un mañana, porque de alguna manera tiras el resto y después, ya verás.
¿Y la serie termina con la segunda temporada?
Es una pregunta interesante porque no lo sé. Yo no quisiera tampoco que nos solazáramos en exceso en la historia, porque eso era lo que pasaba con las telenovelas, cuando los ejecutivos se emborrachaban con los números del rating y te pedían, ‘alárgala, alárgala, dame 20 capítulos más’ y comenzaban a deshilacharse las tramas por más eficiente que fueras manejando tus hilos. Esas borracheras del triunfo hay que saberlas administrar en función de la calidad del producto. Ya veremos, la verdad es que no estoy haciendo tantos cálculos. Ahora lo que me interesa es que desde el capítulo uno pase lo que pasó con la primera temporada: que el televidente se conecte y no la pueda soltar. Ya pensaremos en lo que viene.
El éxito de ‘Pálpito’ terminó impulsando un acuerdo de exclusividad entre tú y Netflix. ¿Qué opinas de esta forma de trabajar? ¿Te encuentras trabajando en algo más?
En principio el contrato es por tres años e implica series y películas. Ya hay una idea sobre la mesa para otra serie, pero lo primero es lo primero, que es terminar la segunda temporada de Pálpito, porque además está todo muy caliente, la gente pregunta todo el tiempo cuándo viene la segunda. Hay una urgencia que atender, hay una necesidad del propio mercado y del propio Netflix. Después sí voy a sumergirme en otra historia.
Y con respecto a esta modalidad de trabajo: creo que lo mejor que le puede pasar a un escritor es de alguna manera garantizarse una estabilidad que se traduce en exclusividad. Es un clima creativo ideal. Porque yo he pasado los últimos tres años escribiendo para distintos lugares, trabajos, plataformas y eso termina siendo agotador. Esto permite que te concentres con todas tus neuronas en el producto que estás haciendo y básicamente ese es el deseo de Netflix. Pon todo lo que tengas para que el producto sea óptimo.