La IA generativa no va a salvar al storytelling, pero sí podría salvar a los storytellers

El expresidente de Sony Pictures TV Arabia sostiene que, si logramos superar el miedo que genera la inteligencia artificial generativa, podríamos empezar a usarla bien y de verdad.

Dejemos de fingir. Todos en la industria del entretenimiento —aunque no lo admitan— sienten al menos curiosidad por la inteligencia artificial generativa (GenAI). La mayoría ya la está usando: para hacer brainstormings, reformular, visualizar, escribir o pulir ideas. Algunos están montando pipelines creativos enteros con ella. Y otros la resisten con todas sus fuerzas.

Pero la realidad es esta: ya llegó. Es real. No se va a ir. Así que la verdadera pregunta no es si deberíamos usar GenAI en el storytelling, sino si tenemos el coraje de usarla bien y de hacerlo en conjunto.

La ilusión de la fórmula mágica

En Hollywood, Mumbai, Madrid, Seúl y el mundo árabe la GenAI se vende como una solución creativa total: equipos más reducidos, desarrollos más veloces, costos más bajos, todo bajo la promesa de que ahora las buenas historias pueden generarse, no crearse.

Pero seamos claros: no se arregla una historia mala con una máquina. Si la estructura es débil, si la voz no tiene propósito, si la idea no resuena, no hay herramienta que logre que conecte con la audiencia. La GenAI no reemplaza la creatividad. Escala lo que ya existe. Y si lo que existe es superficial, derivativo o formulaico, lo que haremos será producir mediocridad a mayor velocidad.

(Foto: Adobe Stock)

La GenAI es un espejo, no un mago

Aquí es donde debe cambiar nuestra forma de pensar: la GenAI no es un ser consciente. No siente un corazón roto. No sueña en colores. No sabe lo que es estar entre dos culturas, perder a un padre, enamorarse en circunstancias imposibles. Pero tú sí.

La GenAI es un espejo. Refleja la calidad de tus ideas, tus prompts, tu perspectiva. Quienes inventaron el término “prompt engineering” lo entendieron desde el principio. No se trata solo de darle órdenes a la máquina. Se trata de expresar contexto. De ser claros. De entender los matices, el tono. Y eso es lo que los guionistas siempre supieron hacer: especificidad, intención, ritmo.

La GenAI premia a quienes piensan con profundidad. A quienes entienden lo que una historia necesita provocar emocional, narrativa y estructuralmente. La verdad es esta: la GenAI no reemplaza a los storytellers. Los desnuda.

Una encrucijada global

No estamos solo ante una ola tecnológica. Estamos en una encrucijada del storytelling. Desde los estudios de Burbank hasta las salas de edición en Beirut, hay que dejar de hablar desde el miedo y empezar a hablar de marcos. ¿Cómo entrenamos a nuestros equipos para usar estas herramientas sin sacrificar la originalidad? ¿Cómo construimos flujos híbridos que respeten la creatividad humana? ¿Cómo protegemos la integridad de una voz y al mismo tiempo aceleramos el desarrollo?

Y, sobre todo, ¿podemos compartir lo que estamos aprendiendo? ¿Y si la industria creara una fuente global de conocimiento en torno a la GenAI, sin secretos comerciales o posteos de falsa modestia en LinkedIn, sino manuales de uso reales, interculturales? ¿Y si, en vez de fingir que tenemos la respuesta, nos sentamos a construirla juntos? El peligro no está en la GenAI. Está en tratarla como un atajo mágico.

El oficio sigue importando

El oficio lo es todo. Y eso la GenAI no lo puede fingir. Puede remezclar, predecir, estilizar y generar. Pero no puede sentir. No puede emocionarse. Y por eso no puede emocionar a otros si no la guía alguien que entienda cómo fluye la emoción a través de la estructura —a través de los personajes, la tensión, el ritmo, la resolución.

Pregúntale a cualquier showrunner, director o ejecutivo de desarrollo: los buenos saben construir un momento. Los grandes saben ganárselo. Y a eso no se llega con prompts. Se aprende. Se vive.

Palabras finales: seamos honestos

La verdad incómoda es esta: si trabajas en contenidos y crees que la IA lo resuelve todo, estás en el negocio equivocado. Pero si lo tuyo son las historias, entonces la GenAI es tu aliada. Tu copiloto. Tu laboratorio. Es un espejo donde rebotar ideas, un espacio para ensayar, explorar, arriesgar.

El storytelling es sinceridad. Es tener agallas. Y sí, la mayoría ya estamos usando GenAI. La pregunta es: ¿podemos ser honestos sobre cómo la usamos? Si dejamos de aparentar y empezamos a colaborar, podríamos desbloquear algo notable. No un atajo. No un truco. Sino el comienzo de una nueva era para el storytelling. Una donde pensar todavía importe. Una donde sentir todavía importe. Una donde la tecnología esté al servicio de la visión, y no la reemplace.

Porque la GenAI no va a salvar al storytelling. Pero sí podría reinventar al storyteller.

Redacción Cveintiuno 11-04-2025 ©cveintiuno

LA FIRMA DE HOY

Ziad Kebbi
CEO
Blue Engine Studios

Ziad es CEO de Blue Engine Studios y un provocador creativo que desafía las normas del storytelling, la producción y la innovación en un mundo en constante cambio. Combina experiencia en la industria con una visión audaz para ayudar a dar forma a lo que viene.

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