Las historias latinoamericanas están demostrando ser mucho más amplias de lo que el mundo esperaba, y el mundo ya respondió alto y claro: quiere oírlas. Pero el talento tiene ansias de ir más lejos. ¿Está el mercado dispuesto a acompañarlo?

Hasta hace muy poco, oír “otra serie de la creadora de…” o “una nueva historia del showrunner de…” para referirse a guionistas de América Latina era bastante extraño, por no decir impensable. Pero gracias a un afortunado diálogo entre talento con ansias de ruptura y pantallas dispuestas a destinar recursos a potenciarlo, de pronto ocurre. Los creadores latinoamericanos empiezan a ganarse su lugar en el ecosistema global de ficción televisiva.
Pero ¿qué viene por delante? ¿Cómo lograr un crecimiento creativo sostenible? ¿Puede ya la región competirle al resto del mundo? Para encontrar las respuestas de esta tendencia, Cveintiuno dialoga con algunos de los escritores, productores y showrunners más destacados de Latam.
De lo poco que sabemos hasta ahora sobre la audiencia de Netflix (el nuevo modelo con publicidad está provocando signos más claros de transparencia), tenemos certeza del abrumador apetito por las historias latinoamericanas. El consumo a lo largo de 2022 lo evidencia. De las 10 series de habla no inglesa más vistas en todo el mundo en el año, tres fueron de Latam: las colombianas ‘Hasta que la plata nos separe’ (licenciada a RCN y Telemundo) y ‘Pálpito’, y la mexicana ‘Donde hubo fuego’.
Detrás de estas últimas dos producciones originales de Netflix están, respectivamente, las mentes creativas del venezolano Leonardo Padrón y el chileno José Ignacio “Chascas” Valenzuela, a quienes la plataforma ofreció acuerdos de exclusividad para generar contenido.
Es que, como resultado del buen rendimiento de las series latinas, los grandes streamers decidieron continuar lo que ya hacían principalmente en Estados Unidos, Reino Unido y Europa, y fichar también en Latam a quienes consideran los mejores talentos, a través de first-look y overall deals.
Y entonces comienza el círculo virtuoso: les dan los recursos, ellos pueden volar más alto con sus historias, que ganan en calidad y así su alcance se expande exponencialmente. Y, en el camino, todo esto crea industria.

“Que tanto Amazon como Netflix estén mostrando interés en generar este factor de industria de apoyar a creadores en sus visiones me parece súper importante”, afirma el colombiano Mauricio Leiva-Cock, quien en septiembre de 2022 cerró un acuerdo con Amazon para desarrollar contenido exclusivo para la OTT.
La primera serie bajo esta alianza es ‘La cabeza de Joaquín Murrieta’, un western mexicano ambientado en la frontera entre México y Estados Unidos a mediados del siglo XIX, y que se estrenará en Prime Video el próximo 17 de febrero. “Desde la perspectiva del control que un escritor de TV puede tener sobre la forma en que se cuenta una historia, hubo una evolución notoria. A los creadores esto nos da ventanas para fortalecer la industria de manera que eventualmente la conversación se vuelva de tú a tú. Tenemos que ser muy perspicaces en cómo aprovechamos esas ventanas”.
Parte de esa perspicacia pasa por decidir qué tipo de historias quieren contar. Guste más o menos, el melodrama como género sigue reinando en la demanda y atravesó en los últimos dos años un renacer que sorprendió a muchos. Hoy es difícil encontrar una productora de habla hispana que no esté desarrollando alguna historia con altas dosis de melodrama.

“Recuerdo cuando los profetas del desastre anunciaban con trompetas de entusiasmo la muerte de la telenovela”, dice Leonardo Padrón. “Confieso que yo siempre pensé que eso no iba a ser así del todo. Los seres humanos en general se conectan muchísimo con historias donde el lenguaje de las emociones tiene inmensa prevalencia. Si te pones a escrutar con detenimiento algunos argumentos shakespearianos, tienen mucho melodrama”.
‘Donde hubo fuego’, ‘Pálpito’ o ‘¿Quién mató a Sara?’ encarnan este regreso del género en tiempos de streaming: factura cinematográfica, menos episodios (aunque ‘Donde hubo fuego’ tiene 39, la serie más larga de Netflix en Latam), menos personajes, fusión con otros géneros y temáticas más arriesgadas.
“Los manejos de las elipsis del tiempo, los flashbacks, los subtextos narrativos… todo eso está generando una narrativa más rica, más compleja, más sutil y más elaborada, y por lo tanto son productos que están redimensionando el melodrama, y creo que eso hay que aplaudirlo”, comenta al respecto Padrón. Y Valenzuela explica que para ‘¿Quién mató a Sara?’, que tiene todos los componentes clásicos de un thriller, usó un “esqueleto anglosajón con una piel melodramática”.

Si bien todavía hay mucho por hacer para lograr una representación latina más justa en la pantalla, el cambio debe empezar por casa. Los tiempos del narcotráfico, la violencia endémica o las diferencias sociales como grandes -y casi únicos- temas de la ficción hecha en América Latina parecen estar llegando a su fin.
“Latinoamérica está repleta de historias”, opina Padrón. “Seguimos teniendo una mirada muy nuestra, distinta sobre el mundo, las relaciones amorosas, las relaciones con el poder y con nuestro entorno. Seguimos siendo nuevo mundo. En Latinoamérica nació el realismo mágico y lo real maravilloso, que no es poca cosa. Tenemos muchas cosas que contar”.

Valenzuela decidió que buscaría esas historias y temáticas en su propia vida: “Me dije que iba a escribir sobre las cosas que me importaban a mí: homofobia, impunidad, feminicidios. Y esperaría que le importaran a los demás”. E importaron.
¿Podemos hablar entonces de un emergente sello latinoamericano? Podemos. Pero no debería ser el único. Hay quienes proponen romper del todo con el melodrama y demostrar al mundo que la creatividad local es mucho más amplia también en cuanto a géneros.
Camila Jiménez Villa, CEO y cofundadora de The Immigrant, es clara en este sentido: “Ese es un gran desafío: salirse del melodrama, expandir el abanico que se ofrece a la audiencia”. Silvana Aguirre, directora de Desarrollo y cofundadora de la productora, añade: “El melodrama es una fortaleza, pero también conlleva un riesgo que considero bastante peligroso: limitar la región a un único género. Es importante que América Latina no reciba órdenes sobre el tipo de historias que debe contar”.
The Immigrant, participada por Fremantle, materializa esta mirada en sus proyectos en desarrollo, que buscan “mover la aguja hacia adelante” en cuanto a narrativa latinoamericana: ‘Yellow’ (Lionsgate+), sobre dos fugitivas obligadas a secuestrar a un taxista suicida; ‘Una noche’ (ViX+), que convierte el whodunit en un who’s lying; o las comedias ‘Perrea’ y ‘La isla bonita’.

Leiva-Cock coincide con esta postura, y afirma que la telenovela creó “un gran universo de producción, pero también un atasque en lo que queremos o podemos contar”. Por suerte, celebra, ahora eso se está quebrando. “¿Cómo podemos arriesgarnos a contar historias que sigan empujando la línea de lo que se puede contar en Latinoamérica? El cine ya lo ha logrado, pero todavía en TV estamos ahí, acercándonos”.
La respuesta de Fidelio, la productora colombiana fundada por Leiva-Cock, también es contundente: prepara proyectos como ‘Ganaderos’ -“una especie de ‘Yellowstone’ colombiano”-, los thrillers carcelarios ‘Gorgona’ y ‘Cacique’, o una serie sobre los skimmers, las mafias que clonan tarjetas bancarias. Pocos visos de melodrama se intuyen en estas tramas.
El creador, además, considera que América Latina tiene pendiente explorar más en historias de género, y seguir el camino de España, donde en los últimos años han florecido las series de ciencia ficción, fantasía y terror. “Entre los que nos dedicamos a crear historias, existe actualmente una curiosidad por empezar a meterse en el género. El mercado quizás ahí nos está fallando. Todavía es muy difícil vender una serie de ciencia ficción en Latinoamérica”, lamenta.
Parece no haber dudas en que América Latina está todavía lejos de exprimir su jugo y sacar las historias y miradas que se esconden en su heterogénea cultura. El futuro se intuye emocionante. La pregunta está en si, con los vientos que soplan, el mercado estará dispuesto a seguir tomando riesgos y experimentando para que ese potencial realmente despegue.