La CEO de Dopamine advierte que tras la explosión de originales y el posterior recorte en el mercado, solo las productoras capaces de diversificarse, cerrar alianzas estrategicas y coproducir serán las que se mantengan. “Si no, estás hundido”, opina.

La innovación que Fidela Navarro le aporta a la industria de contenidos audiovisuales, y que también la lleva a integrar el grupo de Los100 de Cveintiuno, se puede definir, en sus palabras, como la capacidad de “picar piedra”.
La frase refiere al esfuerzo extra que entregan aquellos profesionales con una visión destacada, que toman decisiones adelantadas a su tiempo.
Es el caso de la CEO de Dopamine, el estudio de producción del Grupo Salinas, quien desde hace más de cinco años, como si pronunciase un mantra, viene insistiendo en la importancia de coproducir.
“Eso ha hecho que los proyectos de coproducción que tenemos cada vez sean más grandes, en otros idiomas, con socios y coproductores de mayor peso y de muy buen nivel”, opina Navarro, analizando las ventajas que su adelantada trayectoria coproductora le significa a Dopamine en estos tiempos.
Y es un camino hecho no solo desde el discurso, sino con proyectos concretos como la ambiciosa ‘Hernán’, (Amazon Prime/History Channel/TV Azteca); o la internacional ‘Cicatriz’, coproducida junto a Plano a Plano, el grupo paneuropeo Asacha Media Group y la productora serbia Adrenalin.
En respuesta a las demandas de la industria y al propio crecimiento de la compañía, actualmente Dopamine opera en cinco áreas diferentes (originals, entretenimiento, coproducciones, cine y servicios de producción) y genera gran expectativa con algunas producciones de alto perfil a estrenar, tales como ‘Coyótl’ (HBO Max) y ‘Reina Roja’ (Amazon Prime).
¿Qué motivó la diversificación de modelos de negocio al interior de Dopamine?
Considero que en Dopamine nos hemos adaptado rápidamente a las circunstancias del mercado, que han cambiado mucho en nuestros cinco primeros años de vida. Empezamos con originales, pero después abrimos la unidad de entretenimiento. A eso le siguió el cine, luego la coproducción y ahora tenemos también servicios de producción. Cada una de las áreas con un encargado y con diferentes ritmos, velocidades y proyectos.
Creo que esa visión internacional y, sobre todo, apostar tanto por la coproducción, ahora nos está ayudando en una circunstancia más constreñida para toda la industria en el mundo de los originales. Cuando el mercado del original se alarga y se reduce, todos tenemos que jugar y avanzar con otros modelos de negocio y otros tipos de contenidos. Supimos ver esta coyuntura con todo el equipo y ahora es una realidad ya tangible.

Hoy, que toda la industria se vuelca hacia la coproducción. ¿Cuál es la ventaja de venir haciendo coproducciones durante todos estos años?
Hemos picado mucha piedra (risas). Eso ha hecho que los proyectos de coproducción que tenemos cada vez sean más grandes, en otros idiomas, con socios y coproductores de mayor peso y de muy buen nivel. Incluso de niveles nuevos: con parámetros de creación y producción que para nosotros estaban mucho más alejados.
Además, estamos trabajando con proyectos que han requerido también una mayor inversión, tanto financiera como de trabajo. Lo hemos logrado porque somos un equipo que ha aprendido mucho a la hora de poder gestionar, también financiera y legalmente, toda la ingeniería que conllevan las coproducciones de estas características.
Es que no es fácil coproducir. ¿Cuáles crees que son los mayores retos a la hora de abordar una coproducción?
Creo que siempre hay que conocer muy bien el terreno de industria con el que vamos a coproducir. Y no todos hemos tenido el mismo alcance. ¿Qué pasa en Canadá, Reino Unido, Francia o Alemania? Es un proceso que lleva tiempo de ir a los mercados, conocer, tener aciertos y también muchos errores: muchos proyectos truncos para poder llegar a buen puerto.
También se necesita inversión: musculatura financiera, porque si bien es verdad que se puede levantar una coproducción aportando preventas, servicios de producción e IPs, al final, para poder competir a nivel internacional en el mundo de la coproducción, necesitas capital. Eso no está al alcance de todo el mundo. Además, necesitas una estructura de trabajo, un equipo propio de profesionales que sepan negociar, cerrar proyectos, dar seguimiento y construir esa ingeniería financiera y legal que necesitan los proyectos. Si no, estás hundido.

Recientemente, Dopamine abrió su división de servicios de producción. ¿Cómo están trabajando en ese sentido?
En los últimos años se acercaron muchos colegas desarrolladores, tanto de México como de otros países, que han presentado proyectos a las plataformas, pero que no tenían la capacidad de producción, los equipos, la experiencia o el tamaño para poder hacerlo. Me di cuenta que había ahí una oportunidad para nosotros de ofrecer ese know-how que hemos adquirido para dar servicios de producción a terceros. A quien sea: extranjeros, nacionales, plataformas, independientes. Tenemos un nuevo director, Jaime Ramos, a la cabeza de este equipo, que trabaja a un ritmo propio y con objetivos específicos.
Aunque siempre decimos que esta es una industria en permanente transformación, estamos atravesando un momento de cambios profundos. ¿Qué crees que sucederá en los próximos 12 meses?
Para mí, la diversificación es la que nos va a ayudar a pasar estas situaciones críticas donde ya no es tan fácil lograr lo que lográbamos, porque hay menos presupuesto. Quien logre esa diversificación a nivel de empresas seguirá adelante. En el camino, vendrán alianzas estratégicas de empresas que no pueden continuar. Creo que, en ese sentido, veremos el advenimiento del verdadero darwinismo empresarial.

Hasta hace poco, veníamos con una sensación de que el contenido en español estaba por dar el salto hacia grandes producciones, y sin embargo no se ha dado. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Creo que para las productoras y estudios de televisión, al menos en México y América Latina, lo más doloroso es que, cinco años después de ese “despegue de industria”, los presupuestos están bajando mucho en términos generales y no están superando los que teníamos hace cuatro o cinco años. Eso es negativo. Si vemos los números de Estados Unidos sobre cuántos proyectos vienen de ideas originales y cuántos vienen de IPs previas, los originales han bajado mucho. Eso indica que nos vamos hacia lo seguro, a lo que ya está hecho y, sobre todo, a lo que viene del extranjero. Eso es malo y debemos ser conscientes que la industria evoluciona si evolucionan los géneros, si se asumen más retos y si tenemos más recursos que nos permitan hacer cosas diferentes y fuera de la caja en términos de producción. Pero estamos yendo en sentido contrario.
¿Le ves aspectos positivos a lo que se viene?
Todo se ha vuelto más difícil, pero sigue habiendo muchísimo contenido, siguen viniendo nuevas plataformas, se sigue creando y se sigue demandando. Lo que pasa es que nos cuesta más esfuerzo que antes lograrlo. Creo que simplemente el camino es más largo, más sinuoso y nunca es claro. Vivimos en la incertidumbre de qué estrategias van a elegir los clientes, cuándo pararán los cambios y qué pasará en el futuro. Esto es como un GPS donde quieres llegar a un destino, pero tienes cuatro rutas alternativas y vas sorteando obstáculos. Pero lo importante es llegar.
En general, seguirá habiendo muchísima producción y vamos a tener que ser persistentes y resilientes. Siguen apareciendo más fórmulas de coproducción. La diversificación es una clave: antes hacíamos una cosa, ahora estamos obligados a correr: hacer tres o cuatro cosas y resistir más tiempo.
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