Aunque la aversión al riesgo está dificultando la aparición de historias innovadoras, desde Fabula Ángela Poblete no baja los brazos. “Es una bonita resistencia pensar que todavía se pueden contar historias nuevas”.
Como una de las productoras más respetadas de Latinoamérica, actualmente Fabula opera en una ecuación de tres por tres: tiene oficinas en tres países -Chile, Estados Unidos y México- y se organiza en tres áreas -cine, publicidad y televisión-.
“Cada una de las áreas está dirigida por una mujer y eso me hace sentir muy orgullosa”, afirma Ángela Poblete, quien recientemente se ha instalado en Ciudad de México para expandir la huella internacional de la productora.
Con títulos chilenos de cine como ‘Una mujer fantástica’, ‘No’ o ‘El club’, estadounidenses como ‘Jackie’ y británicos como ‘Spencer’, Fabula ha logrado trasladar su calidad al mundo de la ficción televisiva con series como ‘La jauría’ (Prime Video), ‘El presidente’ (Prime Video), ‘42 días en la oscuridad’ (Netflix), ‘Señorita 89’ (Lionsgate+) o ‘Familia de medianoche’ (Apple TV+).
Y la lista no para, pues están rodando un thriller inspirado en la figura de Jack, el destripador (‘El dentista’ para ViX y Movistar Plus+) y se preparan para estrenar ‘Baby Bandito’ en Netflix y la primera serie original chilena de Disney+, ‘Llévame al cielo’.
“Tenemos dos series en postproducción, tres series cerca de estrenarse, un par de series en rodaje y seis acuerdos de desarrollo con las plataformas, todo de cara al 2024”, agrega Poblete.
En conversación para Los 100 de Cveintiuno, de la mano de la ejecutiva exploramos el universo de Fabula, su doble misión de “búsqueda de IPs sorprendentes” y “estudio de la realidad y sus acontecimientos” trabajando “multidisciplinariamente con periodistas, investigadores y antropólogos” para no repetirse.
“Somos mucho de trabajar mirando hacia fuera y no hacia dentro. Antes salíamos de pesca con red y ahora estamos de pesca con mosca”, adelanta Poblete, desde México.
¿Cómo estás viviendo tu movimiento de Chile a México?
Llevo seis meses y ha sido muy estimulante. Cuando tomé la decisión de venir era un momento de máxima efervescencia en la industria. Seis meses después, vino este reordenamiento natural de la industria de encontrar su tamaño adecuado. No era posible que todo lo que estábamos produciendo se viese. Llegué a una industria distinta a la que imaginé, con muchos cambios ejecutivos de las plataformas, en los intereses, en los algoritmos.
Si alguna lección hemos sacado es que es casi imposible predecir qué camino va a recorrer la televisión en los próximos años. Es un medio que cambia casi a la velocidad de la sociedad. Nuestro desafío es tratar de adelantarnos y prever qué triunfará en un par de años. Pero el 2020 nos enseñó que los giros dramáticos del mundo son aún más poderosos que los de cualquier guionista. Creo que la respuesta es refugiarnos en las emociones que nos conectan como seres humanos. Eso implica dejar de lado las tendencias y las modas.
¿Cómo ves el momento creativo que vive la industria?
Tengo la sensación de derrota de las ideas originales. Es muy triste: hoy todo son remakes, IPs, cosas parecidas a otras. Pero nosotros no vamos a aflojar. Nuestro ADN es crear historias y llegarle al mayor número posible de personas. Vamos a oír las métricas, porque sería bobo no hacerlo, pero vamos a usarlas al servicio de contenidos de todos los géneros que desafíen al espectador y que sobre todo emocionen. No hay que bajar los brazos: es una bonita resistencia pensar que todavía se pueden contar historias nuevas.
Como productora ¿sientes una resistencia a las ideas nuevas?
Afortunadamente, del otro lado tenemos a ejecutivos muy inteligentes. No hemos tenido la experiencia de que nos pidan copias. Todo lo contrario. Sí hay una tendencia de descartar los contenidos muy rápido. Antes estábamos juntos para defender una historia y hacer que ese proyecto fuera viable. Hoy, las historias son más frágiles. Si un personaje o un detalle del guion no les gusta a algunas plataformas, lo descartan y ya. Se convirtió en algo prácticamente quirúrgico. Son las nuevas reglas del juego y las abordamos con mucha concentración, trabajando cada proyecto como si fuera el único.
Al momento del desarrollo, ¿piensan en el público de la plataforma o crean ustedes el contenido y después ven a quién ofrecerlo?
Es un mix. Tenemos una relación constante con las plataformas y recibimos su feedback. Pero siempre buscamos experimentar cosas nuevas. Por ejemplo, ‘Baby Bandito’, nuestro tercer original de Netflix en Chile, es una serie de género, contemporánea y sexy. Asimismo, para ViX en México estamos haciendo un thriller de época. Es decir, dos géneros totalmente distintos. También comenzamos el rodaje de nuestra primera serie documental, que nos tiene súper felices.
Así, desarrollamos lo que nos piden las plataformas sin dejar de tomar proyectos que tengan autores detrás. Tenemos mucha confianza en la intuición de los creadores y en la idea de que hay personas que tienen urgencia por contar ciertas historias.
¿Cómo viene la producción de ‘El dentista’, la serie sobre Jack, el destripador que están desarrollando para ViX y donde también está involucrada Movistar Plus+?
Ha sido muy proceso muy gozoso. Se juntó gente muy compatible y ayudó mucho que la serie viniera de una IP de un escritor latinoamericano muy original, como ‘El visitante extranjero’ de Julio Rojas. Ya estamos grabando en México, es un rodaje largo y con un elenco brutal.
¿En qué etapa dirías que se encuentra el contenido en español a nivel global?
Hemos logrado muchas cosas. Cuando comenzamos, nuestra mirada iba todo el tiempo hacia el norte. La aspiración era hacer “un ‘Breaking Bad’ chileno” y era muy difícil encontrar algo que realmente tuviera nuestro propio sabor. Hemos ido consolidando cierta identidad, dándole voces y crecimiento a nuestros creadores y producciones. El próximo paso es diversificar géneros y formatos, experimentar un poco más. Y la gran pregunta: qué hacemos con el melodrama.
¿Y qué hacemos?
La cuestión no es solamente si hacer serielas de 20 capítulos o telenovelas. Creo que hay algo conceptual. El melodrama es una manera profundamente dramática de enfrentar un contenido que puede permear el terror, el true crime u otros géneros. Es súper interesante y rico, pero también hay otras tradiciones televisivas.
Si bien nuestra identidad latinoamericana está permeada por el melodrama, cada país tiene mucho que aportar en cuanto a géneros y maneras de contar historias. El realismo mágico de Colombia, el humor particular de los argentinos. En Chile tenemos la tradición del humor absurdo, que es maravillosa, como ‘Medio mundo’, así como el humor más identitario. Tenemos mucho más que melodramas para ofrecer.
¿Cómo ves el momento experimental del melodrama en la región?
ViX ha experimentado las serielas con tremendo éxito e incluso Netflix ha hecho cosas muy melodramáticas. Nosotros hicimos ‘Señorita 89’, una serie en formato de thriller que no deja de ser un melodrama. Hay que amar el melodrama y hacerlo con orgullo, porque las cosas oportunistas no terminan de resultar nunca. Hay melodramas que han transformado leyes, son contenidos que ponen de manifiesto temáticas absolutamente relevantes para la sociedad. La gente no ve melodramas solo para entretenerse, sino también para educarse. Lo que hace este género es generar conversación y transformación, por eso no tiene que mirarse como un género menor o relegarlo a un solo formato.
A nivel profesional, ¿qué te gustaría hacer que aún no hiciste?
Yo me conformo con algo muy sencillo: conectar con la audiencia. Estar en el metro y escuchar al de enfrente comentando tu serie: eso es lo que a mí me emociona y no dejará de emocionarme nunca. No hay nada más hermoso que tocarle el corazón a una persona que no conoces, de otro país, que habla otro idioma. Con eso yo ya estoy, no necesito más.