Mexicana, emprendedora y cabeza de una productora como Gato Grande, an MGM Company, Carla González Vargas no entiende de trabajar sin romper moldes. Y no solo respecto a los estereotipos latinos en las historias que se producen en Estados Unidos, sino al modo de entender y hacer avanzar este negocio.
En una industria donde las relaciones pesan a veces demasiado a la hora de hacer declaraciones, dar con personas que no se rigen por frases prefabricadas al hablar ante un micrófono es casi un regalo. Y así es Carla González Vargas.
La guionista, directora y productora mexicana afincada en Los Ángeles cree que los streamers en Latinoamérica han sido bastante leoninos con las productoras, que el nivel de sus ejecutivos de desarrollo debe mejorar, que en la región falta riesgo y que muchas productoras van a extinguirse en los próximos años, y lo dice.
Seguramente influya su pasado como escritora y crítica. En una primera etapa de su carrera publicó libros como ‘Woody Allen: su vida y sus películas’ (Editorial Diana) o ‘Las rutas del cine mexicano 1990-2006’ (Imcine/Landucci Editores), y fue crítica cinematográfica en diversas revistas y programas de radio y TV. Sus primeros créditos en el mundo audiovisual llegaron con el documental ‘Alivio’ -su ópera prima como directora, guionista y productora- y la película ‘Opening Night’, en la que fue productora ejecutiva.
Tal vez también juegue a su favor que en marzo de 2022 Amazon concretó la adquisición, por US$ 8.500 millones, de Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), su socio en Gato Grande, productora bicultural que hoy opera desde Los Ángeles y Ciudad de México y que tiene a González Vargas como CEO. Sin embargo, ella hace hincapié en su independencia de la plataforma de streaming: “No tenemos exclusividad con Prime Video; para mí es muy importante mantener la libertad creativa”.
Gato Grande nació en 2016 como una joint venture entre MGM y los mexicanos Miguel Alemán Magnani, Antonio Cue Sánchez Navarro y José Luis Ramírez Magnani, con una misión clara: desarrollar y producir contenido premium dirigido al público latinoamericano e hispano de Estados Unidos.
Y casi a la par de la creación de la productora se consolidó el proyecto de ‘Luis Miguel, la serie’, la primera serie biográfica sobre el popular cantante mexicano Luis Miguel. En 2018, Telemundo y Netflix estrenaban una de las pocas series latinoamericanas que en los últimos años lograría salir de la pantalla para instalarse en la calle, en las charlas de amigos y en la agenda de los medios. “Y generó réplicas en la industria”, dice González Vargas, líder de Los 100 de Cveintiuno.
Desde entonces, Gato Grande ha crecido en varias direcciones que hoy incluyen también el unscripted, el true crime y las películas.
¿Dónde está y hacia dónde va Gato Grande?
Hoy operamos por un lado como Gato Grande Latinoamérica, desarrollando y produciendo contenido en habla hispana desde México, y por otro como Gato Grande Estados Unidos, para el contenido en inglés desde Los Ángeles. Esta doble posición nos da varias ventajas competitivas porque estamos consiguiendo lo mejor de los dos mundos.
Para el lado de habla hispana, estamos procurando permear hacia la región el know how estadounidense sobre todo de temas de business affairs. Creo que las productoras latinoamericanas se acostumbraron a aceptar contratos con las plataformas en ocasiones bastante leoninos, que en Estados Unidos no se aceptarían. Además, Gato Grande es una compañía de MGM, estudio a su vez parte de Amazon, y somos de las pocas productoras, si no la única, que tenemos como socio un streamer global. Pero no tenemos exclusividad con Prime Video; para mí es muy importante mantener la libertad creativa.
Y en Estados Unidos, nos diferencia ser eficientes en los costos por poder filmar más fácilmente en Latinoamérica, y también saber hacer contenido en inglés que represente mejor a la comunidad hispana.
¿En qué punto crees que está esa representación?
Como mujer mexicana viviendo desde hace casi 20 años en una ciudad tan competitiva como Los Ángeles, es un tema que a mí me motiva mucho a nivel personal. Mis hijos están creciendo en este país y me tomo muy en serio el intentar empujar y mejorar esa conversación. No debemos olvidar que el contenido no solamente entretiene: también forma conciencias, ideologías y mentalidades.
Hay mucho por hacer para romper los estereotipos de lo que es ser latino en Estados Unidos. Que, por cierto, es un término muy limitante: aquí se denomina latino a cualquier persona hispanoparlante, lo cual refleja el poco conocimiento de la diversidad cultural que existe en toda una región. El español es el segundo idioma más hablado del mundo y es el que atraviesa mayor región geográfica. Si juntas solo el público de habla hispana de Estados Unidos y el de México, se convierten en una audiencia más grande y significativa que el Reino Unido entero, por ejemplo. A nivel de contenidos ha habido muchos intentos fallidos. Nadie tiene la receta pero, de una manera simplista y algo ingenua, el americano cree que con una llave puede abrirlo todo, y no es así.
Recientemente trabajé a la par con los showrunners en ‘Wednesday’, la serie de Tim Burton para Netflix, como consultora para que sus guiones integraran la herencia mexicana de la protagonista de una manera muy sutil y orgánica, sin que pareciera una propaganda racial, que es un error bastante frecuente en Estados Unidos. Es un buen ejemplo de cómo se pueden hacer mejor las cosas.
¿Cómo ves que se presenta el futuro cercano para la producción?
Se viene una etapa bien peligrosa para las productoras independientes. A nosotros, el tener a un socio tan financieramente sólido como Amazon nos permite mantener la calma, seguir invirtiendo en IPs potentes sin tener prisa de venderlas y apostarle al talento más sólido -y más caro- hasta que el producto sea realmente espectacular. Pero creo que en el siguiente año o dos se va a dar una cosa como darwiniana, donde veremos una muerte súbita muy significativa de productoras y solamente sobrevivirán las más fuertes.
La sobreoferta hizo que los streamers estuvieran un poquito más cómodos y trataran a todos de la misma manera, exigiendo algunas cuestiones que no necesariamente eran las más justas. Pero eso ya está cambiando. Se dieron cuenta de que la estrategia de volumen ya no les funciona -porque acabas generando una masa confusa para el público, que ya no distingue ni entre plataformas ni entre series-, y el siguiente paso es que eso los llevará a diferenciar entre talento y productoras. Y a pagar por ese diferencial.
¿Y cómo responderá a ese escenario Gato Grande desde la estrategia de contenidos?
Sin descuidar el área de ficción, de IPs ambiciosas y caras, estamos creciendo en proyectos que tienen un turnaround mucho más corto, como lo son el unscripted y las películas, a los que puedes mover y transformar en utilidades en mucho menos tiempo.
Por otro lado, contamos con la ventaja de que no vivimos solo de una región. La empresa se mantiene sola y es sana pero, en caso de necesitarlo, tenemos un inventario flexible capaz de cambiar de idioma: si es lo suficientemente universal, lo que creamos en inglés lo podemos adaptar al español y viceversa. Además, llegado el caso, un proyecto en Estados Unidos para nosotros podría sostener una operación de un año en América Latina.
¿En qué proyectos están trabajando hoy?
Tenemos ahora cinco proyectos en español colocados con plataformas. Estamos a punto de estrenar una serie unscripted con Amazon, que es un formato nuevo que hicimos con la directora chilena Maite Alberdi. Es un híbrido muy diferente, que no es ni entretenimiento ni documental.
También tenemos alrededor de 10 libros y seis derechos de vida adquiridos, de personas vivas con las que estamos trabajando. Y tenemos overall deals como el que cerramos con la criminóloga y abogada Saskia Niño de Rivera para crear contenido true crime en español, al que queremos apostarle mucho. Es una alianza muy estratégica. Ella es criminóloga y abogada, además de activista, es muy respetada dentro de ese medio y tiene mucho expertise y un enorme conocimiento de historias humanas, sobre todo de dentro de las cárceles. Tenemos alrededor de siete proyectos con ella en distintas etapas de desarrollo.
Además, estoy yo y mi equipo participando en otros proyectos en inglés de una manera similar en la que participamos en ‘Wednesday’. Esa producción ejecutiva acaba siendo muy satisfactoria porque te permite ver y aprender de proyectos de gran envergadura, que luego puedes replicar en habla hispana y así añadirles más valor.