John Smithson, director creativo de Arrow Pictures, ofrece sus principales consejos para construir una alianza de coproducción exitosa tras su reciente colaboración con Stranger Than Fiction en el documental ‘River’, de ABC y BBC.
Una de las terribles verdades de este negocio es que la coproducción, a menudo, es un campo de minas.
En el peor de los escenarios se puede convertir en una combinación de lucha de egos, codicia y batallas culturales y hasta nacionalistas. Pero cuando funciona, eso sí, es una experiencia increíblemente satisfactoria.
Me enfoco aquí en un escenario donde dos productoras trabajan juntas. No en alianzas con broadcasters o streamers.
Este escenario del que quiero hablar bien puede ser un matrimonio concertado arreglado por las cadenas o puede estar impulsado por decisiones pragmáticas como la posibilidad de colaborar en una gran idea, de trabajar con talentos de primera o de acceder a ayudas fiscales provenientes de otros países.
Y estoy pensando en esto porque la semana pasada el documental ‘River’, en el que trabajé junto a la productora independiente australiana Stranger Than Fiction y su talentosa directora Jen Peedom, llegó a la BBC.
‘River’ es una seductora mezcla de elementos, con una impresionante fotografía, música a cargo de la Australian Chamber Orchestra, Radiohead y Jonny Greenwood, guiones del premiado Robert Macfarlane y narración de Willem Dafoe.
Es una aventura épica a lo largo de seis continentes explorando la relación de los humanos con los ríos.
Normalmente, este no sería el tipo de producción en el que me metería. Me gustan más los contenidos impulsados por una historia. Pero me gustó la idea de salir de mi zona de confort. Y lo que me terminó por convencer fue la gran experiencia que ya había tenido trabajando como productor en ‘Sherpa’, también dirigida por Jen Peedom.

Con Jen nos conocimos por medio de amigos australianos. Yo conocía su trabajo y sus planes de hacer una película sobre una ascensión al Everest desde el punto de vista de un sherpa.
En el momento, evalué que podía hacer una contribución ayudando a recaudar dinero fuera de Australia y colaborar desde el punto de vista editorial, dada la experiencia que tenía tras haber trabajado en otras películas de montaña y aventuras.
Pero cuando el equipo estaba filmando en el Everest, un bloque gigante de hielo se desprendió sobre ellos y mató a 16 sherpas. Fue un momento desolador, el peor desastre en la historia de la montaña. La película que teníamos pensada ya no era posible, pero nos dimos cuenta de que juntos podíamos en cambio hacer algo aún más importante y relevante.
Y ese es el punto con las coproducciones: ofrecen oportunidades, experiencia y relaciones que van mucho más allá de lo que estás haciendo dentro de tu compañía.
Haber podido convertir esa película en un contenido premiado y aclamado internacionalmente fue altamente satisfactorio. Es la razón por la que hacemos este trabajo. Y es también la prueba definitiva para el estrés. Si superan algo así, pueden trabajar en lo que sea juntos.
Entonces, ¿cuáles son mis pensamientos sobre cómo navegar las complejidades de las coproducciones? El mensaje clave es: haz todo lo difícil al comienzo. Que no quede todo en una nebulosa con tal de que la relación fluya bien.
¿Cómo se divide la responsabilidad financiera y editorial? ¿Quién se encarga de los financistas? ¿Cuál es la relación entre el talento editorial? ¿Cómo se comparten las ganancias si todo va bien? ¿Cómo se comparte el sufrimiento de luchar contra el aumento del presupuesto o si las cosas no van bien en la sala de edición?
Cuantas más cosas puedas definir al comienzo, mejor será tu marco para sobrevivir a lo que viene.
Y otra regla más: di lo que estás pensando de manera clara tanto durante el rodaje como durante la postproducción. No endulces las cosas para evitar un posible conflicto. No es un plan maquiavélico para obtener el control, es simplemente el deseo de hacer el mejor contenido posible.
Aún recuerdo algunos momentos épicos durante la edición de ‘Sherpa’ en el que chocamos duro. Pero lo solucionamos. Y nunca lo olvides: apenas dejes la sala de edición, todo debe ser sonrisas otra vez.